Con el paulatino retorno de los piuranos a sus actividades, en el marco de la reactivación de la economía regional y el reto de evitar una nueva ola de contagios, que parece inevitable por las experiencias de ciudades extranjeras, es inconcebible que se haya pretendido desde el GORE mantener inoperativo un centro de salud tan necesario como el de la Videnita, con capacidad para 200 pacientes COVID.
Afortunadamente, la operatividad o no es función exclusiva de la autoridad regional que insistentemente se ha negado a recibir el establecimiento de campaña; y este finalmente entrará en funcionamiento la próxima semana operado por EsSalud, para beneficio de los piuranos como debe ser.
Es lamentable, sin embargo, que el Ejecutivo, al que los ciudadanos exigimos atender a Piura en estos difíciles momentos de transición a la “nueva normalidad”, haya tenido que recurrir a medidas extremas como saltarse la competencia del GORE, simplemente por la intransigencia del gobernador, quien tanto en el caso de la Videnita como en lo que va de la pandemia, ha adoptado una postura de cerrada oposición al mandatario Martín Vizcarra y sus ministros.
Si bien el señor Servando García es libre de criticar al Gobierno, si así lo cree conveniente, lo que los piuranos no le podemos permitir es que se divorcie de las instituciones del Ejecutivo nacional, poniendo en riesgo los intereses de la región. Si de lo que se trata es de echar a andar las obras -uno de los motores de la ansiada reactivación económica-, sería muy grave seguir retrasando otros proyectos pendientes, como las defensas ribereñas o la ejecución de los hospitales de Huarmaca y Huancabamba, por citar algunos.
Del lado del sector privado regional, la Cámara de Comercio ya ha ofrecido su disposición para colaborar con el flamante gabinete que lidera Pedro Cateriano. Afectados por el desempleo y la grave crisis sanitaria y económica, los piuranos exigimos que el GORE también lo haga.
La urgencia de llegar a la otra orilla, entiéndase detener el contagio y reactivar la economía, no nos da margen para perder el tiempo en discusiones estériles, habiendo vidas que salvar y hambre que saciar de por medio.