La ecuación es sencilla y dolorosa: a menos oportunidades en su país, más jóvenes y adultos quieren irse a otros países en busca de un mejor futuro.
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Hasta el pasado mes de junio, según la Superintendencia Nacional de Migraciones, más de 415 mil los peruanos se marcharon al extranjero y decidieron no regresar. Una tendencia que ha venido en aumento desde el 2021, intensificándose durante este último año.
Actualmente, según la última encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 47% de jóvenes peruanos tiene intenciones de irse del país en los próximos tres años,ya sea para trabajar o vivir, cifra que se ha incrementado en 11 puntos en comparación a agosto del año pasado, lo que revela que “el país de las oportunidades” hoy sufre la pérdida de muchos de sus ciudadanos y talentos.
Lo grave de esta peligrosa situación es que el país en lugar de oxigenar su funcionariado, fortalecer su alicaída administración pública e institucionalidad, está logrando el efecto inverso, corriendo el riesgo de quedar en manos de gente cada vez más incompetente. Sobran muestras de lo que esto ocasiona al país: congresistas viajeros, mochasueldo, protectores de la corrupción y las universidades cochera, congresistas que se van por meses a EE.UU. con licencia y siguen cobrando como si nada; Ejecutivo débil y sin rumbo, por citar algunas.
El problema no es de ahora, ya viene desde los gobiernos de Humala y Kuczynski, pero se ha ido agravando en los últimos años, especialmente desde que la crisis política se hizo permanente en los gobierno desastrosos de Vizcarra, Castillo y Boluarte.
Según los analistas, la fuga de talentos es más grave incluso que la de capitales, y es que el futuro como país no es cuestión de izquierdas, centros o derechas extremas o moderadas en el poder, se trata de cuántos líderes, cuánta gente talentosa ocupa los cargos más importantes, para hacer que los sectores estratégicos funcionen en beneficio de todos.
Ante este panorama, el Gobierno está obligado a dar las garantías para que los capitales no se vayan del país y los empresarios quieran invertir; y crear todas las condiciones y oportunidades para atraer a sus talentos. Recuperar la meritocracia en la administración pública es el primer paso para lograrlo.