Es loable la claridad y firmeza con que la canciller peruana, Ana Gervasi, expuso la posición peruana ante el grupo de presidentes de izquierda.
Curiosamente , estos, en la VII Cumbre de la Celac se dedicaron a criticar al gobierno peruano sin decir una palabra sobre los gravísmos delitos cometidos por el señor Pedro Castillo –¿solo por ser de Izquierda?-, uno de los principales causantes del desborde social que enfrentamos actualmente.
Era pertinente dejar en claro ante los vecinos la diferencia entre la protesta pacífica y legítima de sectores históricamente marginados de las acciones violentas con intención de subvertir el orden constitucional y alcanzar objetivos políticos que grupos extremistas no pueden conseguir a través del cauce constitucional.
Sin embargo, con la misma firmeza con la que el Gobierno ha lamentado que sus vecinos sigan agregando leña al fuego en lugar de acompañar a Perú en su difícil proceso de trancisión democrática, debería actuarse en el frente interno.
Lamentablemente, esa misma contundencia brilla por su ausencia en el manejo mismo de la crisis por parte de la presidenta Dina Boluarte y el gabinete Otárola.
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Es inconcebible que en lugar de distraer recursos humanos innecesariamente en medidas como la incursión en la Universidad San Marcos o incurrir en exabruptos como “Puno no es el Perú”, se haya descuidado las carreteras, donde los camiones y vehículos particulares , en Ica por ejemplo, deben pasar por el desierto para evadir los bloqueos, con el consiguiente sinsabor de que no hay quien defienda a la población.
¿Tan difícil es identificarlos mediante labores de inteligencia, capturar a los dirigentes violentistas que bloquean, promueven tomas de aeropuertos e incendio de comisarías, sedes judiciales, etc; procesarlos y establecer contingentes policiales por 15 días o más en los puntos de bloqueos para defender el derecho de los peruanos a la libre circulación?
No se necesita ser iluminados para restablecer el principio de autoridad respetando los derechos humanos.
Los efectivos son formados y entrenados para ello, solo hace falta coherencia y voluntad política.
Lograrlo es el requisito que la mayoría de peruanos espera para ver luz al final del túnel.
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