La ministra de Economía asegura que la recuperación de la economía peruana empieza a hacerse realidad, gracias a la reapertura de la mayoría de actividades, al plan económico aplicado y al esfuerzo de empresas y ciudadanos.
María Antonieta Alva proyecta que el PBI crecerá 10% en el 2021 y en el mismo periodo el país tendrá una rápida recuperación con un crecimiento de 10%, uno de los mayores de la región, luego de retroceder 12% este año (cifra estimada).
También señala que “no hay daño estructural en la economía peruana” debido a la resiliencia que ha acompañado a los peruanos en anteriores crisis.
En momentos en que cunde la preocupación por la caída del empleo y el consumo y cuando el Congreso no se cansa de jugar con el futuro del país aprobando leyes tan descabelladas como populistas, es alentador que desde el timón del MEF se diga que la economía peruana seguirá recuperándose en base a tres factores claves: impulso de la demanda, al stock de capital y a la competitividad y productividad.
Conviene, sin embargo, no caer en triunfalismos y, recurriendo precisamernte a nuestra capacidad de resiliencia, caminar sobre parejo, no perdiendo de vista las frías cifras como el desplome del 17,37% registrardo por el PBI en el primer semestre, producto de los más de 100 días de cuarentena (según el Instituto Nacional de Estadística e Informática).
A consecuencia de esta caída, la economía entró en recesión. Es innegable.
Así el panorama, y pese a la necesidad de empujar lo más rápido posible el tren de la reactivación económica, no se entiende por qué el Ejecutivo insiste en seguir encerrando a los peruanos con un mes más de inmovilización dominical.
Esta medida no solo afecta significativamente a las empresas grandes, pequeñas y medianas en su recuperación, sino que además genera aglomeraciones innecesarias los días sábados y lunes.
Si de lo que se trata es de dinamizar el consumo y la demanda, el sector restaurantes, las empresas constructoras, los mercados, centros comerciales, el transporte, etc., ahora tienen cuatro domingos más de obstáculos.
Es decir, menos trabajo, menos dinero en el bolsillo, más estrés.
Y todo para aplicar una medida que hace tiempo dejó de ser eficaz.
Así de simple, aunque el presidente y sus asesores crean que encerrar a todos baja el contagio.