Como casi todo en estos tiempos de pandemia, es incierto el desenlace de este año escolar atípico que se inicia el lunes 6 de abril de modo no presencial en colegios públicos y privados.
Y es que el solo optimismo y las buenas intenciones del presidente al decir que habrá “oportunidad de mejorar la educación con tecnología” o que “con el esfuerzo de todos lo vamos a lograr”, son suficientes para superar la marcada brecha tecnológica que existen en nuestro país.
Si en circunstancias normales la educación a distancia ya implica bastante innovación técnica y estrategias nuevas; el experimento se complica aún más por las circunstancias en que los escolares tendrán que ponerlo en práctica sometidos hoy a las presiones de la pandemia y el encierro hogareño.
Bajo estas características, el Año Escolar 2020 podría rendir frutos si es que el modelo de educación a distancia digital y radiotelevisiva que se aplicará en la siguientes semanas, se adecua a las posibilidades y limitaciones de los estudiantes en su real situación de confinamiento.
Sin duda, los maestros deberán ir complementando en el camino el corto periodo de capacitación que han recibido, en circunstancias nada fáciles.
Pese al optimismo del ministro al argumentar que esto será una oportunidad para una innovación que hace mucho tiempo necesitaba el sistema educativo, no debe perderse de vista que para recibir clases muchos escolares necesitarán compartir computadoras, celulares, Internet o televisor con sus hermanos escolares, universitarios e incluso padres que tal vez teletrabajan, intercalando esto con las tareas del hogar.
Es más, hasta ahora sigue siendo una pregunta sin respuesta clara: ¿cómo se llegará a los miles de niños y niñas que no tiene ni un solo de estos equipos en las alejadas zonas de la sierra de la región (Ayabaca, Morropón y Huancabamba), donde ni siquiera hay energía eléctrica.
Sacar adelante este proceso aún estando encerrados en casa, enseñar a distancia sin dejar de atender a sus propias familias, será para los docentes un desafío que el país les pide asumir en estas circunstancias difíciles.
Pero también a los padres. En casa la compañía de ellos o al menos de un adulto, será de suma importancia para que los menores cumplan con las indicaciones y orientaciones dadas a distancia.