Piura tiene cuatro obras hospitalarias paralizadas. La población de Ayabaca, Huarmaca, Huancabamba y Los Algarrobos tuvo la ilusión de que sus males podrían ser tratados en su provincia, muy cerca del lugar de donde vive.
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Pero también tiene obras truncas, aquellas que por la corrupción no se iniciaron, caso hospital de Máncora. A ello hay que sumar dos obras más, que debieron terminarse en el 2022 y siguen sin fecha de entrega. El hospital de Cossío del Pomar y el de Sullana. Además, hay varios colegios que están a medio hacer y que no se sabe cuándo se reanudará su construcción.
A Piura, la corrupción le ha hecho mucho daño. Se lo sigue haciendo. Este problema que es muy grave cuenta con piuranos cómplices, y eso merece el repudio de todos. No es posible que el ex alcalde de La Unión, un distrito pobre se haya aliado con los corruptos de la capital para perjudicar a su pueblo.
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No es posible que autoridades regionales hayan realizado mal la licitación y contratación de las empresas que empezaron a construir los hospitales y luego permitan que abandonen las obras. No es posible que los piuranos no reclamemos para que aceleren la entrega de los hospitales que la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios nos ofreció para el 2022.
La corrupción se ha metido en todas las esferas de la sociedad y nosotros lo hemos permitido, tal vez, hasta somos cómplices, porque hemos dejado pasar las cosas sin que nos importe, sin protestar, pensando que algún día se arreglará esta situación, por arte de magia. Ahora, estamos pagando las consecuencias. No tenemos un sistema de drenaje.
El agua negra sale por los buzones, frente a nuestras narices contaminando todo. No encontramos atención médica en los hospitales porque la demanda, hace muchos años que superó a la oferta y hubo piuranos que se opusieron a la construcción de un moderno nosocomio, solo porque “era muy caro”.
Nos sentimos vulnerables ante la llegada de El Niño porque en seis años no fuimos capaces de encarar a los directores de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios para que aceleren las obras e inviertan bien el dinero que se asignó. Cambiar nuestra actitud ayudaría mucho a que las cosas se hagan mejor. Ser más vigilantes y menos espectadores.