Después de escuchar con sorpresa el último mensaje del presidente Castillo diciendo que su Gobierno tiene “un manejo muy responsable de la economía”, El Tiempo pidió a especialistas analizar la realidad económica del país y, contrario a las frases retóricas del principal causante de la fuga de capitales, encontramos que el panorama no es nada alentador.
Para el exministro Luis Miguel Castilla, debido a que la inversión pública y privada tienen una perspectiva negativa, la economía peruana está en franco proceso de disminución del crecimiento.
El impacto negativo en la inversión privada proviene de la crisis política y específicamente del hecho de tener un gobierno más preocupado en usar el poder conferido para defenderse de las investigaciones que se le abren por cada vez más numerosos escándalos de corrupción, ineficiencia y rotación de autoridades. El efecto es innegable, este clima de incertidumbre impide que la inversión siga entrando y con ello [hay] un menor ritmo de impulso a la economía.
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Con un gobierno que ni siquiera sabe comprar urea, aplica políticas que precarizan el mercado laboral y privilegia el copamiento del Estado con funcionarios ineptos, no sorprende que el consumo todavía no se recupere a niveles prepandemia. Debido a este contexto sombrío, los peruanos tienen menores ingresos para afrontar la inflación y en lugar de 5 a 6%, la economía solo crece 2.5 a 3%.
Agrega complejidad la grave crisis internacional pero también el grado de urgencia de lograr una conducción o manejo del país más responsable y eficiente.
Afortunadamente la fortaleza de la economía, sus fundamentos macroeconómicos sólidos, le permiten tener un alto nivel de reservas internacionales, y por tanto moderar y proteger la estabilidad financiera del país, así como evitar cambios abruptos en el tipo de cambio. El país no está sobreendeudado […], pero urge un Gobierno que genere confianza y estabilidad.
¿Cuál es la salida? ¿Cambiar de actores políticos? Sí, pero la solución podría ser peor que la enfermedad si no se cambian o reforman las reglas electorales. Con las mismas normas y partidos políticos fragmentados y polarizados, sin respeto a la independencia de poderes y los contrapesos, la situación podría seguirá siendo igual o peor. Urge hacer reformas.
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