Encontrar el balance adecuado en una época marcada por el miedo, la ira y la desconfianza es el resumen de todo cuanto significa política.

Dicho en otros términos, el Gobierno yerra al cargar las culpas de los fallecidos, de los operativos mal hechos, de la situación crítica, etc., en los hombros de la ciudadanía.

El hashtag #NoSeamosCómplices solo polariza la situación y nos indica que la gestión de Vizcarra aún no encuentra un lenguaje y un modo de gobierno que no incluya la victimización como estrategia. Difícilmente hallará un rumbo sólido cuando queda menos de un año de permanencia. El gran reto posterior es ser transparente, ser decidido, trabajar con la información precisa y, sobre todo, con afán de servicio.

La población, la que construye negocios pequeños capaces de asegurar la economía familiar, y la que se abre paso en medio de la informalidad generalizada en el país, ha sido maltratada por las idas y venidas de un Gobierno que, a pesar de estas flagrantes situaciones, insiste en lavarse las manos, pero no para prevenir el COVID-19, sino para deslindar responsabilidades.

Qué pena que de esta manera tan innoble concluya una era de crecimiento que fue desaprovechada para cumplir los anhelos de desarrollo de nuestra patria. La reconstrucción pasará por lograr una síntesis inteligente de la necesidad de crear aceleradamente empleo y, al mismo tiempo, reformular las reglas de juego económico y social. El rol de la Policía y el Ejército, el rol de los ministerios y el papel del Congreso deben pasar por una revisión exhaustiva que, reconocemos, no ocurrirá hoy ni mañana, pero es una tarea pendiente para la sociedad pensante de este país. El rediseño de nuestra república nos convoca y obliga a todos.

Bien haría el Gobierno, en nombre de esta voluntad de recomponer relaciones, cambiar ese hashtag que, en vez de concientizar, desagrada, hace borrones y cuentas nuevas con estadísticas de miedo y convierte al ciudadano en un potencial criminal: ¿no son también criminales las mecidas gubernamentales, el ocultamiento de cifras, el escaso avance de la tecnología que se evidencia en las largas colas en el Banco de la Nación, las indecisas cuarentenas marcadas por la ideología en reemplazo de la evidencia científica..? ¿Quién puede hoy señalar al otro?