Son muchos de piuranos que siguen esperando que las AFP les responda acerca de sus aportes, mientras que los economistas advierten que la crisis mundial podría provocar la caída de los valores de los fondos que, en teoría, aseguran la vejez de miles de aportantes.
En medio de este panorama bastante delicado -estamos hablando de millones de soles en juego-, el presidente Vizcarra ha anunciado que, superado el peor momento de la pandemia, se procederá a una reforma integral y drástica del sistema pensionario privado.
Durante años, las AFP ofrecieron rentabilidad a sus aportantes; sin embargo, en la práctica, debido a los manejos y reinversiones de los fondos, esta promesa se ha convertido en decepción mensual.
¿Es culpa del sistema mismo como fueron concebidas las AFP? ¿Esto es solo un episodio más de una crisis económica que para los ahorristas parece interminable?
El presidente de la República, al parecer, pretende resolver esta cuestión con una reforma que ya ha comenzado a ser demonizada por los especialistas que llaman a la prudencia financiera tanto al Ejecutivo como a la ciudadanía.
El escenario no solo es complicado a nivel económico, sino a nivel político: las propuestas de Vizcarra, coordinadas con una ministra de Economía que, luego de muchos años de candados y cerrojos, parece sintonizar con ciertas demandas, se levantan sospechas de que si estos anuncios acaso pretenden poner un velo negro sobre las carencias y las fallas estratégicas con que se está enfrentando a la pandemia.
La falta de capacitación a los médicos en varias regiones, la clamorosa necesidad de camas para los nuevos casos, el temor a que las cifras sean mucho más altas de las presentadas, la falta de ventiladores y la poca claridad en la información sobre la compra de las pruebas moleculares son temas por los que el Ejecutivo debe responder con claridad.
¿Está dando resultado la centralización de los servicios médicos de todo el país bajo el Minsa? Las preguntas se multiplican, mientras las colas de peruanos que aspiran a llevar unos soles a sus hogares para mantener llenas las ollas crecen.
También crece, como una sombra, la incertidumbre sobre cuánto tiempo más podríamos soportar una situación así. ¿Hasta julio? Quién podría decirlo.