Esta mañana muy tempranito “pasé el puente” y me “fui a Piura” (como decimos los castellanos y me llevé dos gratas sorpresas que me llenaron el alma de arte, fe y esperanza:
Ver el tan artístico Nacimiento de la Catedral de Piura que cada año lo colocan con tanto detalle. Aún en este tiempo difícil que tenemos, no podemos dejar de mirar allí el fuego, las ollas, la estrella tan luminosa, los pastores, el caminito de piedras, la gruta… y el centro de todo: ¡las imágenes del Misterio Divino!… Se ha pensado en cada objeto y aspecto del histórico momento de hace 2020 años.
Salgo “recargada de fe”. Bajo las escaleras del atrio de la catedral piurana y… allí en la entrada de la Avenida Grau un gigantesco Nacimiento colocado, me recibe.
“Dejemos que descanse la mamá”. Inspirado en un nacimiento de Eduardo Benavides -un artista colombiano-, se han colocado las imágenes muy peruanizadas de María, “una mujer cansada, agotada…” dormida plácidamente, y un José cargando y entreteniendo al Niño Jesús. Como explicó el artista bogotano -cuando hizo la imagen original que ha inspirado a ésta reproducida en Piura-, “la intención era que José fuera ese papá cariñoso, amoroso y tierno, que ayudara a cuidar a su hijo”. Y en esta esquina piurana, está allí diciéndole casi en susurro a su Niño divino: “Dejemos descansar a Mamá”.
Observo la tierna escena familiar en el día de la primera Navidad en el mundo y me sonrío recordando tantas cosas, y recuerdo una conversación con una gran amiga sobre las decenas de películas “navideñas” que ofrecen por los medios y en redes -por este mes-, donde ni por asomo aparece un leve indicio de las hondas raíces cristianas de esta fiesta. Me sonrío y le cuento a José, allí mirando el pesebre, le digo: “Ellos hablan de la magia de la Navidad” y “del espíritu de Navidad” como si fuese algo que aparece por arte de un conjuro mágico en diciembre o por sensiblería pura elevada a decibeles irresistibles… Si vieran estas imágenes o se introdujeran en cada uno de los nacimientos de los millones de hogares en el mundo que los colocan en este tiempo… si al menos intentaran trascender el mensaje de fondo… o miraran más allá del verde y bombitas de los árboles… o se detuvieran en la letra de los villancicos, aguinaldos, gaitas, sallas y tantas canciones navideñas… pudieran asomarse al mensaje de esperanza y paz que un Dios hecho Niño nos trajo y nos sigue trayendo tan solo dejándolo nacer en nuestros corazones.
Dejemos que la sencillez y la humildad de un nacimiento (de un Belén, de un pesebre, de una gruta) – como el que este año ha colocado la Comuna Piurana en la avenida Grau-, nos invite a repensar cómo hacernos, más humanos, más sencillos, más dignos como seres humanos, más dignos de todo un Dios hecho Niño.