Dos mil veintiuno y la pandemia sigue causando elevadas cifras de muerte y contagio. Ahora, sumada a las nuevas variantes amazónica, británica, surafricana y norteamericana, se eleva aún más la incertidumbre de la inmunidad de rebaño; las cepas encuentran nuevas maneras de driblar los anticuerpos e infectar a las células. Pero no solamente la resistencia vírica debería preocuparnos: también la respuesta inmunitaria de la población a la vacunación. ¿La totalidad de la población responderá positivamente a la vacuna? Recordemos que, a lo largo de la historia, han aparecido medicamentos, como la penicilina, cuya aplicación ha generado reacciones adversas en un segmento de la sociedad.
Entiendo que para el desarrollo de una vacuna se requiere mínimo dos años; a contraposición, éstas se han desarrollado en un año. Me pregunto si los laboratorios farmacéuticos han considerado el inventario de alergias a los cuales pueden estar expuestos los pacientes por sus condiciones patológicas propias. Menciono esto porque en septiembre del año pasado hubo algunos humanos que desarrollaron una fuerte inflamación de la medula espinal denominada “mielitis transversa”, durante la inoculación de la vacuna (Clínica Alemana, 2020).
Si a escala laboratorio, con un grupo reducido de personas, se presentan respuestas alérgicas, ¿cómo se puede garantizar la seguridad clínica de la vacuna a nivel global, considerando la heterogeneidad de erupciones de la población? ¿La vacuna brindará una respuesta estándar e innocua para todos? ¿O se tendrá que adaptar respuestas inmunológicas modificadas a cada nicho de pacientes con anafilaxis? ¿Seremos conejitos de indias con los que seguirán ejecutando el “ensayo- error” para lograr el “acierto-logro” de la vacuna?
Son preguntas transversales que debemos hacernos como ciudadanos “legos”, porque la percepción de seguridad sobre la eficacia de la vacuna nos la garantizan fuentes de información pasivas respaldadas por fines comerciales, que muchas veces socavan a la transparencia cientifica. ¿Acaso tenemos autorización como ciudadanos para recopilar información de primera mano a través de una visita inopinada a los laboratorios? Para terminar, según mi opinión, ¿por qué no recopilar el plasma de pacientes recuperados con múltiples reinfecciones y estudiar una mixtura de anticuerpos inmunes a la totalidad de las variantes? ¡Quizá así podremos lograr la inmunidad de rebaño!