El fútbol, en nuestro país, sigue siendo la más eficaz de las anestesias: mientras André “Culebra” Carrillo picaba en la portería paraguaya, el Congreso -la otra serpiente- nos emponzoñaba con sus caprichosas interpretaciones legales: 14.000 docentes que no tenían título, no dieron examen o no lo aprobaron y, por lo tanto, quedaron fuera de la carrera magisterial, han sido reincorporados por una ley que trae abajo el concepto de meritocracia que se pretende construir.
¿Qué ocurre aquí? ¿Nuestros congresistas legislan sin leer las leyes, sin conocerlas, desafiándolas? Con este acto demagogo se demuestra que este Congreso, lejos de cumplir con su labor histórica de ser un instrumento de transición al próximo Gobierno del Bicentenario, es visto por muchos congresistas como un trampolín político. Esto se hace -hay que recordarlo- a costa de la calidad de enseñanza y en perjuicio de los miles de estudiantes de todo el territorio nacional. Ni siquiera Piura se escapa a este flagelo.
La educación, la educación de verdad, la que enseña valores, la que transmite conocimientos, bondad y ciencia, y se aleja de oscurantismos morales y propagandas cavernarias, es un instrumento de transformación revolucionaria, una revolución pacífica que forma ciudadanos que han de construir una sociedad más justa, más sabia y menos desigual en oportunidades
¿Contribuirán estos nuevos “maestros”, puestos al caballazo por el Legislativo, a semejante anhelo? Por supuesto que no. Parecemos enamorados del fracaso, siempre dispuestos a estrellarnos contra la misma roca. Nuestros Congreso no está funcionando para representar al pueblo, sino para ser vocero de los intereses menos vinculados al bienestar general y el progreso de la nación; he aquí la prueba.
Pero no perdamos el norte común. Nuestro deber, no obstante lo ocurrido, sigue llamándonos a votar con seriedad. En las próximas elecciones no podemos darnos el lujo de desperdiciar la ocasión de llegar a los 200 años de vida republicana echando a la basura la opción de tener una mejor política, constructiva, activa, solidaria, patriota. No permitamos que nos desmantelen el sueño de ser mejores.