El cambio en la jefatura del Ministerio de Salud no debe ser visto como un frenazo a la vacunación. A esto nos referimos cuando pedimos que se implementen verdaderas políticas públicas: las acciones deben trascender a las personas y las gestiones, y ser vistas como una responsabilidad emparentada con las tareas elementales del Estado.
En ese sentido, algunos economistas se atreven a estimar que con un 75% de la población vacunada se podrá hablar de un verdadero impulso positivo a la economía. Piura, a pesar de las cifras de contagios, está soportando el embate de la segunda ola. Si el ruido político no distrae a las autoridades de la misión de inmunizar a la mayor cantidad de población posible, también veremos un resurgimiento productivo en estas tierras.
Para ello es necesario que la política -la politiquería- no obstaculice al Gobierno: la salida de Pilar Mazzetti del Ministerio de Salud (Minsa) puede llevarnos a suponer que habrá cambios estratégicos en el tratamiento de la pandemia, pero la vacunación debe seguir siendo la medida más completa para proteger a la ciudadanía. El ingreso de Óscar Ugarte al Minsa debe ser solo una anécdota: lo importante es el trabajo, la continuidad de la estrategia, el mejoramiento de la misma. No estamos en una situación que nos permita deshacer lo avanzado, como pretende un sector populista que aún su radicalismo en lo político y lo económico a una profunda y peligrosa desconfianza en la ciencia.
La pandemia ha obligado a muchos países, sobre todo los de América Latina, a reinventarse administrativamente. Si antes de esta crisis las obras públicas y las directivas estatales se asociaban indudablemente a un nombre o a un carisma, esto ha demostrado ser una acción débil para salvar a la institucionalidad de eventos catastróficos, como el coronavirus.
En cambio, se hace necesario fortalecer los roles básicos del Estado, de tal manera que su trabajo no dependa más de dañinos personalismos, sino de las demandas de la realidad. En un año electoral, es necesario tener en cuenta esto pues necesitamos que los candidatos no jueguen más a ser los outsiders o los más regalones, sino que se comprometan con las tareas ya marcadas y con los lineamientos sanos de la actividad pública.