Ciertos parlamentarios arribistas y desaprensivos han adquirido hábitos exquisitos. Ya no comen menú de pueblo, sino buffet de S/ 80.00; pero además de haber refinado el paladar, también exigen comodidad y exclusividad.
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Han pedido nuevas alfombras, servicios de estacionamientos; pantallas led; teléfonos iPhone de alta gama y hasta el alquiler de un inmueble para cochera de sus modernos vehículos por el valor de un millón 620 mil soles mensuales.
Es decir, se dan aires de nuevos ricos. Un despilfarro de dinero que no sale de su bolsillo sino del erario nacional; lo pagan todos los peruanos… ¿y qué hacen para merecer tamaños privilegios? No mucho. Según las últimas encuestas, el parlamento tiene más del 70% de desaprobación; algunos de sus integrantes son investigados por corrupción (Los Niños), otros han sido vacados o están en fuga.
Y seguiría el despilfarro si no es porque la prensa descubrió sus obsesivas excentricidades y el presidente del Congreso, José Williams, se atrevió a anunciar una auditoria a las compras y contrataciones de este poder del Estado. Seguro que tendrán mucho qué explicar, pero todo terminará con “una comisión investigadora”.
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