POR: EDWIN A. VEGAS GALLO / Colaborador
El Congreso de la República, tan venido a menos, cierra su última legislatura unicameral, sin pena ni gloria.
El reparto de las presidencias de las comisiones congresales, es la evidencia fáctica de la coalición gobernante, entre los grupos políticos que dominan el escenario legislativo y que sostienen a su voluntad, al Ejecutivo.
Lo gravoso de esa alianza, que no obedece a ideología política, ni a trabajar por el bien común de la Nación, es que han tejido su telaraña, para continuar en el cambio 2026-2031, sólo cuidando los intereses de los dueños de los partidos, no importándoles la democracia consensuada, ni mucho menos una visión de modelo de desarrollo de país.
Lo que les importa son los cupos de trabajo, para sus familiares y allegados, en una suerte de rifa, para ellos, de las plazas del servicio público del Estado.
Esta deslegitimación de las presidencias de las Comisiones, no hará más que ahondar, el descrédito de la clase política, sin voluntad de cambio social y a pesar del repudio de la población, que no nos sorprenda, que con todos sus desaguisados legislativos y personales, repitan plato en el inminente proceso eleccionario de 2026.
Es el momento que la ciudadanía se prepare y medite su voto con conciencia clara, para el fortalecimiento de la participación democrática, en concordancia con una visión de imaginar nuestro futuro, con políticas de Estado, que de prioridad al bienestar de todos los peruanos, sobre los intereses de corto plazo de los dueños de los partidos, mandantes en esta última década.
Esa visión de país, requiere liderazgo traducido en políticas concretas, que respondan a temas como la sostenibilidad económica, ambiental, cerrar la brecha contra la desigualdad, fortalecimiento de la educación y salud. Todo ello con cultura de paz y seguridad ciudadana.











