Se debatió mucho sobre la posibilidad de que los privados entren ahora en el proceso de vacunación. A mi parecer, este debate iba mal enfocado.
Tenemos que vacunar lo más rápido posible a todos. Y, si el privado en general es más eficiente que el Estado, lo lógico sería que el mercado resuelva el problema. Sin embargo, la realidad tumba esta lógica por dos motivos. Primero, porque el virus no ataca a todos por igual. Las vacunas previenen muertes no infecciones. Un estudio publicado en “Nature” permite estimar que aplicar una vacuna a una persona mayor de 80 años puede evitar directamente una muerte potencial por COVID-19. Sin embargo, para tener el mismo efecto en personas menores de 40, se necesitaría vacunar a 100. Entonces, se vuelve necesario un plan que permita maximizar el impacto de cada vacuna disponible.
A ello, sumemos la escasez global. Hoy, ningún país cuenta en sus almacenes con vacunas suficientes para inmunizar a su población. De hecho, algunos países han entrado en disputas para asegurar mayores suministros. Y, varias agencias internacionales advierten de intentos de estafas de intermediarios que buscan aprovechar la situación.
Esto explica, más allá de las responsabilidades legales, por qué los privados priorizan entregas directas a países. Algunos negocian con privados, pero con lotes para el futuro. Eso nos deja con un debate centrado en una posibilidad que no se puede materializar hoy.
Pero, la realidad va cambiando. Esta semana el Gobierno de Estados Unidos logró un acuerdo entre dos farmacéuticas para que una de ellas duplique su producción de vacunas usando las instalaciones de la otra. Pfizer recién amplió sus instalaciones. En unos meses, la escasez irá desapareciendo.
Hacia julio, debe acabar la vacunación de la población de mayor riesgo en el país. Luego, será el turno del resto de la población ya en un escenario sin los dos problemas descritos ¿No sería bueno que Gobierno y privado vayan acordando cómo será esa fase?
El Estado peruano es excelente vacunandor. Pero, los privados ofrecen múltiples opciones y se deben discutir: desde usar farmacias o estacionamientos de supermercados para vacunar, hasta coordinar con las agrícolas para que los trabajadores sean vacunados al acabar la jornada en la misma empresa y así ellos no pierdan su ingreso diario. O, si se debe comercializar, incluso se puede analizar en qué pueden ayudar desde hoy.
Las reuniones ya empezaron. Ojalá la mala comunicación del Gobierno y la intromisión política no dañen un proceso que será beneficioso para todos.