Los piuranos tenemos esa mala costumbre de aprender por la mala. Hoy con 600 fiscalizadores municipales adiestrados para “cazar” infractores, por fin las calles de Piura empezaron a verse más despejadas, menos caóticas y hasta más limpias. Los ambulantes, temerosos del decomiso de su mercadería, desaparecieron espantados del casco urbano. Han vuelto al Complejo de Mercados. ¿Era necesario gastar dinero para pagar esa cantidad de fiscalizadores? La respuesta es no, siempre y cuando los ciudadanos hubiéramos aprendido antes a respetar las normas legales y de convivencia en una ciudad; sobre todo si tuviéramos mayor vocación cívica por cuidar, ordenar y mantener limpio lo que nos corresponde como ciudadanos: la ciudad, nuestro hogar grande.
Se había hecho un mal hábito estacionar vehículos y establecer paraderos en cualquier esquina, ignorando las reglas de tránsito y ordenanzas ediles. Hoy todos respetan. La tarea sin embargo, es titánica y el orden durará mientras haya quien sancione. Lo ideal es que todos aprendamos a cumplir con el deber cívico sin necesidad de tener un policía o un fiscalizador pisándonos los talones.
¿Qué pasa si no pago el impuesto predial?
El impuesto predial es una obligación fiscal que todos los propietarios de bienes...