A los malos políticos, a los que malinterpretan su papel de autoridad electa y se dan ínfulas de dictadores, no les gusta la prensa independiente, ni los periodistas sabuesos.
Eso le ocurre al premier Aníbal Torres, quien con falsos modales dice respetar a los medios, pero no desaprovecha la oportunidad de castigar a los incisivos, usando para ello un argumento ilegal y hasta cierto punto desleal y vil: la publicidad estatal.
La razón de ser de los medios de comunicación no es recibir dádivas del gobierno de turno a través de la publicidad, ni el gobierno utilizar este recurso como herramienta de extorsión. Seguramente habrá medios que funcionan así, pero no así la prensa independiente, por lo que resulta muy grave la denuncia de Ximena Pinto, secretaria de la PCM, al revelar que el premier intenta vengarse de ciertas empresas periodísticas retirándoles la publicidad.
Los medios ganan sus audiencias en base a la calidad de su trabajo, su independencia y sus contenidos. Eso buscan los lectores y clientes y lo que debe primar al dirigir la publicidad estatal, y no que esta se utilice como medio de represión y castigo a quienes cuestionan al régimen de turno.
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