En una entrevista que Vargas Llosa le hizo a Borges en Buenos Aires, en junio de 1981, éste le recordó que, en otro encuentro parecido, 25 años antes en París, él le había preguntado qué opinión tenía de la política y que la respuesta que le dio fue esta: “Es una de las formas del tedio”.
Vargas Llosa le comentó que a él le pareció, entonces, una bonita respuesta, pero que ahora, un cuarto de siglo después, quería preguntarle, si seguía pensando lo mismo. De que la política “es una de las formas del tedio”. “Bueno -respondió Borges- yo diría que la palabra tedio es un poco mansa. En todo caso fastidio, digamos. Tedio es demasiado… Es un understatement…”
Esta última entrevista del Nobel al escritor argentino es parte del contenido de su más reciente libro: “Medio siglo con Borges”. Allí MVLL reúne una colección de artículos, conferencias, reseñas y notas suyas sobre Borges y dice que la perfección absoluta, en este mundo, no existe pero que Borges, con su obra, estuvo lo más cerca de lograrlo.
Aquel pasaje citado de la mencionada entrevista donde Borges se rectifica para decir que si antes pensó sobre la política de que ésta era “una de las formas del tedio” y que después ya no tanto porque la palabra tedio le parecía un poco mansa, casi atenuante, y que la que mejor calzaba, en todo caso, era esta otra -fastidio-, nos hizo aterrizar en lo que está ocurriendo en el país.
De las instituciones que tenemos con blasones de poder, el Parlamento actual es el que se lleva todas las palmas, si a esta expresión le damos la acepción que tuvo al comienzo. Cuando hablar de palmas remitía inequívocamente a la palabra palmetazos, cuyo significado, según el diccionario, hace referencia a los golpes que se dan con la palmeta. Corríjanme si me equivoco respecto a lo dicho sobre este Parlamento.
Lo que estamos viendo de él es algo sumamente patético. Increíble, no. Tantas cosas inverosímiles se han visto en este país que igual da quitarle o ponerle una raya más al tigre. Tan sólo regresen a mirar hacia atrás y verán cómo esta institución, que llamamos Congreso, se ha ido depreciando poco a poco. Hasta hundirse en el hoyo en donde se encuentra ahora y estuvo ayer.
La pregunta casi parecida a la del huevo y la gallina sería si este último Parlamento es igual o peor que el anterior. Diríamos, más bien, que ambos son tan iguales como peores. Y que la política es -vista desde este espejo- lo que decía Borges: un fastidio.
