La Asociación de Personas con Discapacidad de San Juan de Lurigancho hizo un llamado a la reflexión ciudadana para promover la empatía, la solidaridad y el respeto hacia las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y otros grupos vulnerables, especialmente durante las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, fechas en las que el uso de pirotecnia suele intensificarse.
PUEDES LEER: Uva y mango de Piura siguen consolidando su recuperación en la agroexportación en 2025
Desde la organización recordaron que, si bien los fuegos artificiales forman parte de una tradición asociada a luces y festejos, sus estruendos generan graves consecuencias en personas con hipersensibilidad auditiva. “Ponerse en el lugar del otro es clave para construir una sociedad más inclusiva”, señalaron, al advertir que muchas familias viven estas fechas con angustia debido al impacto del ruido extremo.
De acuerdo con información de la Plataforma del Estado Peruano, el Trastorno del Espectro Autista no es una enfermedad, sino una condición del neurodesarrollo que afecta la comunicación, la interacción social y el comportamiento. Esta condición se manifiesta desde la infancia temprana y es más frecuente en varones. A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud estima que el TEA afecta aproximadamente a uno de cada 160 niños.
En el contexto nacional, investigaciones del Ministerio de Salud advierten que el uso de fuegos artificiales afecta al 95 por ciento de las personas con Trastorno del Espectro Autista. El impacto es mayor en niños y adolescentes, quienes suelen presentar una elevada sensibilidad a los sonidos intensos y repentinos.
Especialistas explican que esta reacción se produce porque las conexiones entre la amígdala y la corteza cerebral presentan alteraciones, lo que provoca que estímulos sonoros mínimos sean percibidos como amenazas. Esto desencadena altos niveles de estrés, liberación de neurotransmisores y una marcada alteración emocional y conductual.
El riesgo se incrementa si se considera que algunos fuegos artificiales pueden alcanzar niveles superiores a los 190 decibeles, cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda no exceder los 70 decibeles para evitar daños a la audición. La exposición a ruidos por encima de ese umbral no solo afecta el oído, sino que en personas con TEA puede generar ansiedad severa, crisis emocionales, llanto incontrolable, gritos, conductas de auto protección como taparse los oídos e incluso convulsiones en casos extremos.
Ante este panorama, la Asociación de Personas con Discapacidad de San Juan de Lurigancho exhortó a la población a optar por alternativas responsables durante las celebraciones. En particular, propuso el uso de fuegos artificiales sin estruendo, que no emiten sonidos fuertes y están elaborados con componentes menos dañinos para el medio ambiente.
Finalmente, la organización recalcó que celebrar con conciencia no implica renunciar a la alegría, sino garantizar que todos, especialmente quienes viven con una condición del neurodesarrollo, puedan disfrutar de estas fechas en un entorno seguro, inclusivo y respetuoso.











