El presidente Pedro Castillo hizo su debut en el exterior: participó en reuniones con la Organización de los Estados Americanos (OEA), con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el Banco Interamericano de Desarrollo, con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), entre otros. La percepción general es que hay contradicciones en su mensaje.
El mandatario incluso habló de cuestiones que ni siquiera ha mencionado en su propio país, como la lucha contra la violencia de género, aunque en su gabinete mantiene a personajes misóginos y con denuncias por violencia familiar.
Hizo un fuerte llamando a los inversionistas, les prometió seguridad jurídica, dijo que Perú es un país abierto al mercado, que él no es comunista ni chavista. Mientras tanto, Perú Libre continúa recolectando firmas para ir a un referendo que pueda abrir las puertas a una asamblea constituyente, y la bancada oficialista propone un proyecto de ley de medios, con un Estado claramente controlador.
Y lo que fue aún más crítico, tomando en cuenta que el presidente se encuentra en el extranjero: el vicecanciller, Luis Enrique Chávez, declaró que el Perú no reconoce autoridades legítimas en Venezuela, a lo que el premier Guido Bellido respondió por Twitter con un mensaje amenazante, “desmiento la afirmación del vicecanciller. No es la postura del Gobierno. […] Si al canciller o a su adjunto no les gusta, tienen las puertas abiertas”.
El discurso del jefe de Estado guarda poco o nada de relación con lo que está atravesando nuestro país.