El exministro de Economía no mira con optimismo el crecimiento del Perú al final de este año ni para el 2023.
La crisis e inestabilidad política seguirán pasando la factura a millones de peruanos.
– ¿Cómo cree que cerrará la economía al final del año?
La economía peruana está en franco proceso de menor crecimiento y esto sucede porque la inversión pública y privada tienen una perspectiva negativa.
Respecto a la inversión privada, esta responde a la crisis política y al hecho de tener un gobierno más preocupado en atender sus problemas, investigaciones, casos de corrupción y la rotación de autoridades.
Esto impide que la inversión siga entrando y con ello un menor ritmo de impulso a la economía.
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– ¿Cómo afecta la crisis internacional?
El mundo está entrando en una fase de menor crecimiento y eventual recesión.
El efecto es que se reduce la demanda de nuestras exportaciones.
Un sector clave ha sido la agroexportación que ha crecido de manera interesante y Piura es una región eminentemente agroexportadora.
Si hay menor demanda de nuestros productos por un menor crecimiento en los mercados de destino, esto tiende a quitarle estímulo a la economía.
Además, el consumo todavía no se logra recuperar a los niveles pre pandemia porque en general ha habido una precarización del mercado laboral.
Eso se ve reflejado en puestos de menor calificación y menores ingresos para afrontar la inflación.
Esa conjunción de factores explica el porqué la economía peruana, en lugar de crecer 5 a 6%, está creciendo en torno al 3%.
– ¿No hay gobierno porque el Ejecutivo está más interesado en sus problemas?
Esto se refleja en la imagen del Perú como un país ingobernable e impredecible, lo cual también genera una parálisis en la toma de decisiones.
El hecho de que la ejecución del presupuesto de inversión pública de ministerios tan importantes como Transportes y Vivienda haya caído, es porque están inmersos en crisis de corrupción y de cambios recurrentes.
Esto ha pasado factura y la inversión pública se ha ralentizado.
No hay por ahora un foco para mejorar las condiciones de vida de la población, y de hecho, la última evaluación que ha hecho el FMI, lo que prevé para el año entrante es un crecimiento menor.
Los organismos internacionales piensan que este año creceremos en torno a 2.5 y 3%, pero el año entrante a tasas por debajo de ese nivel. La situación no luce auspiciosa y todo se puede deteriorar aún más en un entorno externo adverso. Por estas consideraciones, las previsiones no son las más optimistas para un crecimiento que es claramente insuficiente para generar empleo.
– ¿Qué pasa con el inversionista extranjero frente a esta imagen del país?
Se va a otro lado y posterga sus decisiones de inversión, hasta que haya un poco más de claridad respecto a los actores y a las políticas que van a adoptar; o decide simplemente apostar por otros países.
La inversión se mueve hacia aquellos países que tienen un poco más de estabilidad, cosa que ha sido muy escasa en nuestro país en los últimos años.
– ¿Cómo se traduce un menor crecimiento?
Todos los años entran al mercado de trabajadores, mas o menos unos 300 mil jóvenes que acaban sus estudios superiores.
Para generar la demanda suficiente que asimile esa oferta de trabajadores, la economía tiene que crecer por lo menos un 5%.
Si la economía crece por debajo, no habrá suficiente demanda de trabajo y la alternativa que tienen los jóvenes es ir hacia trabajos de menor calificación, unirse a la informalidad o al subempleo.
Los jóvenes tendrán que desempeñar funciones para las cuales están sobre calificados.
Se pagan menores salarios y esto hace que su poder adquisitivo sea menor frente a una inflación que se mantendrá elevada por lo menos hasta fines del año entrante.
De esta forma se precariza todo el mercado laboral.
– ¿No se logrará disminuir la pobreza?
En pandemia hubo un aumento de 10 puntos en la pobreza y eso se revirtió parcialmente el año pasado con el rebote económico que hubo con la reanudación de la economía.
Es probable que hacia el futuro el Perú tenga una mucha mayor dificultad en reducir la pobreza.
Tenemos menos creación de empleo y niveles de ingresos que no son suficientes para cubrir la canasta básica en un número muy importante de peruanos, en especial de aquellos que viven en las zonas urbanas.
En las grandes ciudades como Lima, Piura y Arequipa es donde más se ha incrementado la pobreza, la cual se va a estancar entre 25 y 30%.
– ¿Las reservas internacionales están bajando?
No. La fortaleza de la economía peruana es que tiene fundamentos macroeconómicos sólidos.
Esto se ve reflejado en tener un alto nivel de reservas internacionales, que permite moderar y proteger la estabilidad financiera del país y evitar que haya cambios abruptos en el tipo de cambio.
En la parte fiscal también se tiene relativa solvencia porque no somos un país que está sobre endeudado , pero no es suficiente y obviamente se requiere una mejor conducción del país y claridad en que la prioridad es generar empleo y mejorar la calidad de vida de la población.
Eso no es claro que sea la prioridad ahora de este gobierno que está más avocado en mantenerse en el poder, que en gobernar.
– ¿Cuál es la salida a esta crisis? Se habla de la vacancia presidencial
Lo que pasa es que no hay salida fácil. Acá hay una responsabilidad compartida entre Ejecutivo y Congreso.
Con las mismas reglas de juego y sin un fortalecimiento institucional puede que cambien los actores, pero puede que la situación se mantenga igual o se empeore. Sí, sería un respiro que haya un relevo, siempre respetando la Constitución, con personas menos cuestionadas.
Esto podría dar oxígeno para transitar hacia un período de mayor estabilidad, pero si tenemos las mismas reglas electorales con partidos políticos fragmentados y polarizados, sin respeto a la independencia de poderes y los contrapesos que deben existir, se cambiarán los nombres y apellidos de quienes gobiernen el país, pero la situación seguirá igual. Se requieren reformas y a la par de convocar elecciones generales.
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