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Corrupción: El monstruo de las mil cabezas

diciembre 14, 2025
Autor: SEO El Tiempo
corrupción en el perú

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Por José Neyra M.

Así es. La última encuesta de Proética confirma brutalmente lo que la ciudadanía percibe desde hace años: la corrupción en el Perú dejó de ser un fenómeno aislado y ha pasado a convertirse en un sistema ‘normalizado’ e incrustado en el aparato estatal. Los datos son alucinantes y a la vez depresivos según el estudio, pues el 87% de los peruanos considera a la corrupción como un monstruo que afecta directamente su vida cotidiana. Así literalmente.

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Y es precisamente ese carácter omnipresente de la ‘coima’, ‘la pellizcada’, ‘la extorsión’ o ‘la mía’ lo que ha terminado por erosionar la fe pública y ha convertido la relación del ciudadano con el Estado en un campo minado de desconfianza y abuso, pero también de complicidad silenciosa al aceptar la coima como moneda ordinaria de pago obligatorio para conseguir algo.

El estudio, igualmente, desnuda a un país atrapado en un círculo vicioso que no tiene cuándo parar; y es que la corrupción frena el crecimiento económico, profundiza la pobreza, expulsa inversiones, degrada la calidad de servicios esenciales como salud y educación, y debilita a las instituciones que hace tiempo funcionan más como feudos políticos que como organizaciones al servicio del ciudadano. El problema es estructural y cada sol desviado, cada puesto vendido, cada trámite “aceitado” es un golpe directo a la viabilidad del país.

‘Coima’ de cada día

La cifra más lacerante es que 31% de los peruanos encuestados reconoce haber pagado una coima en algún momento de su vida para sortear un trámite, agilizar una denuncia, evitar una multa, acceder a atención médica o asegurar una vacante laboral o educativa. Este dato no solo retrata y desnuda a los funcionarios corruptos, sino desnuda también a un sistema que induce, presiona o empuja al ciudadano a participar de prácticas que, en otro contexto, se consideraría denigrante e inaceptables.

Lamentablemente -y muchos nos darán la razón-, la corrupción se ha convertido en algo ‘normal’, anulando lentamente el sentido ético y convirtiendo al Estado en un mercado donde todo se oferta y se vende al mejor postor (coimero).

Según la encuesta, la pobreza y la desigualdad son combustible para este círculo perverso. El 42% de los entrevistados sostiene que la corrupción agrava ambas y no se equivocan, pues la corrupción tiene víctimas directas, y casi siempre son los más vulnerables. La escuela pública sin mantenimiento, el hospital sin médicos, la carretera mal construida, la comisaría sin logística: todo esto es pobreza producida en mesa de partes, en licitaciones amañadas, en oficinas donde los favores pesan más que las leyes.

¿Coima eterna?

El dato más desesperanzador es que el 81% de los peruanos cree que la corrupción se mantendrá o incluso aumentará en los próximos cinco años. Esa percepción de inevitabilidad es, en sí misma, una dolorosa y vergonzosa derrota política, pues un país que no confía en la posibilidad del cambio termina resignándose al deterioro social y con ello se abre al imperio de la anarquía, la inmoralidad y la vileza más descarnada, pues todo se arregla con un soborno.

El que paga obtiene beneficios y reina, el pobre debe padecer las consecuencias de es corrupción.

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