Debemos aprovechar el Viernes Santo para reflexionar sobre nuestra colaboración en la lucha contra la pandemia.
En los últimos meses, si no fuera porque todos portaban mascarillas en las calles, parecía que no vivíamos en pandemia: los centros comerciales, los restaurantes, las plazas estaban llenas de gente. Si a esto le sumamos la pasividad de nuestras autoridades y las deficiencias de los servicios médicos, ¿debería sorprendernos que hayamos llegado al nivel de riesgo extremo?
De acuerdo con los últimos datos del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), todos los días mueren cincuenta personas en Piura. Hace una semana, este diario reportaba diez defunciones por día, lo cual ya era preocupante. Frente a las actuales circunstancias, conviene recordar por enésima vez que parte de la solución se encuentra en nuestras manos: las medidas higiénicas elementales, el distanciamiento social y el uso correcto de una o dos mascarillas es importante. Si no contribuimos con nuestra conducta al mantenimiento de la salud, pronto los establecimientos médicos y hospitales se quedarán sin capacidad para atender a más pacientes. El colapso de la salud pública será inevitable. ¿Podemos hacer algo? Sí, debemos cuidarnos y cuidar a nuestras familias.
Muchas personas habrán dejado de viajar o de reunirse debido a las recientes restricciones sanitarias dictadas por el Gobierno. Que esta ocasión forzada sea motivo para volver a poner a la familia en el centro de nuestra sociedad; que el cuidado al prójimo se convierta en el mensaje de estos días santos. Como nos dicen los líderes religiosos de la colectividad piurana, ayudemos a cargar la cruz del sufrimiento que miles de compatriotas están llevando en esta pandemia. También recordemos que la unión hace la fuerza y que si somos considerados con los demás, podremos ayudar en la lucha contra la enfermedad.
Tengamos en estos días la certeza de que ningún sacrificio es en vano, que las diversiones pasajeras pueden pasarnos luego una factura muy alta, pero que si mantenemos la disciplina estaremos bien. Somos los guardianes de nuestros hermanos. La solidaridad y el cuidado mutuo nos revelarán que tan desarrollados están los sentimientos morales en nuestra sociedad. No nos defraudemos a nosotros mismos ni defraudemos a las futuras generaciones.