El crecimiento explosivo del parque automotor, especialmente de motocicletas, se ha convertido en uno de los factores que más presión ejerce sobre la movilidad en Piura. Lo que antes parecía un problema circunscrito a ciertas zonas ahora se ha transformado en un fenómeno estructural que golpea a toda la región: más vehículos, congestión permanente, tráfico sin fiscalización efectiva y una curva ascendente de accidentes fatales.
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Mientras el país registra más de 3,5 millones de motocicletas en circulación, Piura suma 253 mil unidades entre motos y mototaxis, volumen que la posiciona entre las regiones con mayor impacto por este tipo de vehículos. La ciudad soporta un aumento constante de siniestros viales con cifras que reflejan un panorama complejo para la seguridad urbana. En lo que va del año, 147 personas perdieron la vida en accidentes de tránsito, según registros del Sinadef.
El fenómeno no solo expone la falta de planificación, también revela una cultura de conducción marcada por la informalidad, el incumplimiento de normas y la mínima fiscalización. Las motocicletas no solo predominan en las cifras; dominan las calles y reconfiguran el caos cotidiano.
Más muertes
En 2021 circulaban 185,083 motocicletas en Piura; en 2022 aumentaron a 203,276; para 2023 alcanzaron 219,637; y en 2024 llegaron a 233,267, de acuerdo con la Oficina de Estadísticas del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC). La tendencia mantiene un ritmo sostenido que supera cualquier esfuerzo por controlarlo.
A nivel nacional, la evolución ha sido igual de acelerada. Entre 2010 y 2024 el parque de motocicletas creció 308.9%, una expansión tres veces mayor que la registrada por los vehículos de cuatro ruedas, que aumentaron 90.9%. Este comportamiento deja al país frente a una realidad: más motocicletas implican más exposición al riesgo.
Pedro Olivares, director de Seguridad Vial del MTC, advierte el impacto directo en la mortalidad.
“Unas 750 personas murieron a bordo de motocicletas en 2024. Rompe la tendencia del 2023 y vuelve a acercar las cifras a los niveles más críticos del país”, sostuvo. Agregó que, de continuar el actual ritmo de incorporación, los decesos podrían volver a dispararse.
Mayor fatalidad
Un aspecto determinante es la vulnerabilidad intrínseca del vehículo. La menor estabilidad, la ausencia de una estructura protectora y los errores de frenado incrementan la probabilidad de sufrir lesiones mortales. Un motociclista tiene entre 16 y 26 veces más posibilidades de morir en un siniestro que un ocupante de un automóvil. Los choques frontales son el escenario más común y letal: expulsan al conductor con la cabeza hacia adelante, generando lesiones incompatibles con la vida.
Los 147 fallecidos registrados en Piura durante el 2025 exponen la magnitud de la problemática. Gran parte de las víctimas se desplazaba en motocicletas o fue impactada por conductores que no respetaron normas básicas.
El director de Seguridad Vial sostiene que medidas simples podrían reducir la mortalidad.
“El uso adecuado de cascos certificados disminuiría en 40% el riesgo de muerte y en 70% las lesiones graves”, subrayó Olivares.
Añadió que continuarán las coordinaciones con la Policía Nacional y los gobiernos locales para fortalecer la fiscalización y promover cascos seguros.
Ventas en ascenso
El auge comercial refuerza la tendencia. En el Perú, la Asociación Automotriz del Perú reportó que solo en octubre de 2025 se vendieron 40,875 vehículos menores, cifra superior en 28.5% respecto al mismo mes del 2024. Las ventas acumuladas hasta octubre alcanzaron 349,958 unidades, con un incremento de 20.7%.
Las motocicletas concentran 243,327 unidades (+19.5%) y las trimotos 106,631 (+23.6%), volúmenes que impactan directamente en regiones como Piura.
En la región, las cifras superan cualquier registro previo. Hasta octubre del 2025 se comercializaron 19,531 motocicletas, lo que representa un aumento anual de 32.7%. Piura se convirtió así en la primera región con mayor adquisición de vehículos menores, excluyendo a Lima. Además, se vendieron 7,115 trimóviles.
El aumento del parque vehicular avanza más rápido que la ejecución de medidas para su control. El crecimiento del mercado no está acompañado por mejoras equivalentes en fiscalización, educación vial o capacidad de respuesta institucional.











