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Pacientes en espera eterna: el colapso silencioso de la salud pública en Piura

diciembre 14, 2025
Autor: SEO El Tiempo

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La región enfrenta un déficit crítico de especialistas, infraestructura precaria y un primer nivel incapaz de responder a la demanda. Entre madrugadas, filas interminables y trámites impredecibles, miles de piuranos buscan atención en un sistema que no logra revertir sus propias brechas.

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Conseguir una cita médica en Piura se ha convertido en una carrera de resistencia. En el hospital Santa Rosa, del Sistema Integral de Salud (SIS), una joven de 22 años debe llegar con 24 horas de anticipación para intentar un cupo con el cardiólogo. Si tiene suerte, la atención no será inmediata: el médico la verá dentro de un mes. Detrás de ella, decenas de pacientes pierden la oportunidad por llegar minutos más tarde.

Mientras el hospital continúa operando parcialmente en la Videnita, los usuarios deben llevar incluso papel higiénico, preservativos para las ecografías y guantes. Insumos esenciales que, en teoría, deberían estar garantizados. Algunos análisis tampoco se procesan en el establecimiento; el perfil lipídico debe realizarse en clínicas privadas, un gasto imposible para muchas familias.

El Seguro Social tampoco escapa a la crisis. En el hospital Universitario I-4, las madrugadas de lunes empiezan a las 3:00 a. m. para quienes buscan una cita en oftalmología, cardiología o gastroenterología. Pero el acceso al especialista no marca el final del calvario: para los casos complejos, la referencia al Jorge Reátegui o al José Cayetano Heredia puede tardar meses. La burocracia se impone sobre cualquier urgencia médica.

Aunque EsSalud dispone de un sistema en línea para “agilizar” las citas, este rara vez muestra cupos disponibles. Las operadoras y el personal de ventanilla reconocen no saber cuándo se activará la programación. La incertidumbre se convierte en norma.

Una paciente diabética de 60 años lo vive desde el 2022: busca una cita con endocrinología que nunca llega, pese a que en algún momento le asignaron una fecha sin aviso previo. Desde hace tres meses asiste diariamente al hospital, sin éxito. “Tiene que estar atenta”, le repiten, pero nadie sabe cuándo habrá un turno disponible.

Falta de especialistasEl exministro de Salud, Hernando Cevallos,

advierte que la falta de especialistas y la precariedad del primer nivel conforman uno de los mayores cuellos de botella. Sostiene que la fragmentación del sistema —donde EsSalud y el Ministerio de Salud operan sin coordinación— impide planificar la formación y distribución del personal. En Piura, ejemplifica, EsSalud solo cuenta con un otorrinolaringólogo para toda la región, lo que limita gravemente el acceso a especialidades críticas.

A ello se suma la concentración del personal en Lima, donde existen mejores remuneraciones y equipos adecuados para ejercer. En provincias, muchos establecimientos permanecen subutilizados. La consecuencia es directa: la población acude a hospitales saturados que intentan cubrir funciones que deberían resolverse en el primer o segundo nivel.

Décadas

La precariedad del primer nivel de atención agrava el colapso. De los 473 establecimientos existentes, apenas el 4% —unas 25 postas— opera con condiciones aceptables de infraestructura, equipamiento y personal. Un informe del economista Germán Vega, de la Red de Estudios para el Desarrollo, estima que el cierre de la brecha podría demorar más de 18 años si el Estado mantiene el ritmo actual de inversión.

El diagnóstico del Ministerio de Salud no es más alentador: hacia el 2029, la mejora alcanzaría solo un 5% adicional.

“Si hoy funcionan bien 25 postas, en cuatro años solo se llegaría a 50 o 60. Es insuficiente para la demanda de la región”, advierte Vega.

Los indicadores confirman la dimensión del problema. Piura tiene 6.5 médicos por cada 10 mil habitantes, muy por debajo del promedio nacional (10) y lejísimos de los países desarrollados, donde llegan a 35. En cuanto a camas hospitalarias, la región cuenta apenas con cinco por cada 10 mil habitantes, una cifra que limita la respuesta ante emergencias sanitarias y colapsos estacionales.

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