El próximo Ejecutivo y el próximo Congreso deben trabajar por la unidad. No la unidad acrítica y agachada, que es en realidad sometimiento institucional, sino auténtico trabajo compartido. Las discusiones estériles, lamentablemente, han robado tiempo a sus actuales representantes, quizás inconscientes de que el tiempo corría y jugaba en el bando enemigo, en el de la pandemia, la muerte y la destrucción de la economía.
Sí, mientras se requería más atención y celeridad para atender y facilitar la reconstrucción del país, el Parlamento y el Gobierno vivían su lucha fratricida, en un constante lanzamiento de declaraciones de tono moralista e hipócrita por ambas partes. Finalmente, la confrontación quedó en el debate que vivimos anoche, un debate caracterizado por todo menos por la mesura de las pasiones. ¿Esta es la imagen que queremos ver el 2021?
Creemos que nadie desea ver a las instituciones rasgadas en mitades ni atentas a los yerros del otro mientras se requiere que el país despegue. Para que ello no ocurra, es importante que cuidemos el voto, que votemos por el progreso verdadero, que se fiscalice al poder, pero que no se le pongan zancadillas que vuelven inútil todo el poder y autoridad del Gobierno para actuar.
Necesitamos un Congreso que resuelva con altura las circunstancias más espinosas, que se conduzca según la ley y que no emplee sus prerrogativas para enlodar el camino que ha de seguir el Gobierno. Mediante el voto debemos crear un positivo balance de fuerzas para que todo el aparato estatal trabaje eficientemente, para que la política no dificulte el trabajo de los técnicos y que la demagogia no suplante a la verdad, los hechos y la persecución del bienestar común.
Necesitamos un Ejecutivo que sepa y pueda mirar a los ojos de la población, pero no pueda mentirle, que no maquille la corrupción y la minimice, que no se esconda en los intereses legítimos y urgentes de la ciudadanía; que no tenga tantos problemas de comunicación y de interacción con los otros poderes ni con el país en su conjunto, que sepa decir las cosas con claridad y que tenga una estrategia clara y un proyecto de país que pueda convertirse en política de Estado, en acto propio de una nación que
busca construirse, edificarse y volverse una sólida masa de buenas voluntades. ¿Pedimos mucho?