La Universidad Nacional de Piura (UNP) se vistió de duelo otra vez por la repentina partida de uno de sus docentes más queridos y recordados.
Se trata del docente universitario Félix Álvarez Sánchez quien por más de 35 años enseñó a los alumnos de las facultades de Agronomía, Zootecnia y Medicina Veterinaria.
Ya en el epílogo de su vida compartía sus labores con su otra pasión, la apicultura, pero desde el rubro del tratamiento de enfermedades.
Su consultorio, un local con techo de paja y paredes de metal, se levantaba al interior del campus de la Universidad Nacional de Piura a donde a diario acudían decenas de personas para sufrir la picadura de las abejas cómo parte de su terapia.
Uno, tres o hasta 180 piquetes era el tratamiento a la que se sometían varios piuranos que habían encontrado en la apiterapia, el último de sus recursos para aliviar las dolencias que la medicina convencional no curaba.
«La mamá de mi alumno llevaba 8 años en cama porque no se podía mover y ya lo habían visto los mejores reumatólogos. Era un cuadro difícil, pero algo místico me dijo que no tuviera miedo. Comencé a aplicarle y con 180 abejas se sanó y pudo caminar. Fue mi primera paciente, hace ya 30 años», declaró en una entrevista para El Tiempo en el año 2015.
Fue el inicio para luego llegar a tratar a un promedio de 3 mil personas por año.
«El 60% de mis pacientes viene por enfermedades articulares. En cada hogar hay uno o dos pacientes que sufren de artritis, artrosis o reumatismo. También vienen por diabetes, hipertensión, colesterol, depresión, ansiedad, estrés, migraña, entre otros», nos contaba el docente.
Su trabajo con estos invaluables insectos, le permitió una conexión que solo los apicultores conocen.
«Se dice que nosotros nos comunicamos con ellas por la energía. Es decir la abeja sabe que uno es su dueño y de qué sufre», comentó el ingeniero natural de Cajamarca quien se había convertido en la esperanza de decenas de piuranos para sus males.
«El ingeniero de las abejas, así lo conocí y lo conocían los que pasaron por la UNP, como sus alumnos, colegas o pacientes, quienes acudían a él para aliviar y curar sus males, con la poderosa picadura de sus tan cuidadas abejas», recuerda la docente universitaria, Socorro Alcas.