A tres años del desborde del río Piura la reconstrucción no llega a los ecosistemas altoandinos que regulan inundaciones.

Hoy Piura recuerda tres años de aquella mañana del 27 de marzo de 2017 que se convirtió en el verdugo de Castilla, Catacaos, Cura Mori, Narihualá, Simbilá y otros sectores de la región. Tras casi 15 horas de lluvia, el río Piura colapsó e inundó a estas poblaciones, su caudal llegó a 3400 m3/s.

El fenómeno del Niño Costero de aquel verano devastó casas, pistas, veredas, sistemas de alcantarillado, canales de riego, entre otros. Además, incomunicó a diversos sectores de la región a causa de los derrumbes en carretera. Pero no fue hasta aquel desborde del río Piura que las autoridades visitaron los sectores más vulnerables.

Los ofrecimientos no se hicieron esperar, pero tres años después, Piura sigue esperando el cumplimiento. Aquel acontecer tocó la nobleza de cientos de pobladores que visitaron las zonas afectadas llevando ayuda. Sin embargo, las promesas sin cumplir inundaron e inundan de desconfianza a los piuranos.

Según el Centro de Operaciones de Emergencia Regional COEN, luego del niño costero la región Piura tuvo 91.835 personas afectadas, y millones de soles en pérdidas materiales.

Bajo este contexto, diversos especialistas coinciden que la solución para una adecuada reconstrucción comienza en las partes altas de la región, logrando un manejo integral y adecuado de las cuencas. No olvidemos, que la región cuenta con dos reservorios (Poechos y San Lorenzo) que almacenan en total 600 MMC aprox. para irrigar 250 mil Ha., abastecer de agua potable a más de 1 millón y medio de habitantes.

Ante ello profesionales del Fondo del Agua Quiroz Chira, indicaron que la conservación, protección y recuperación de los bosques y páramos – cabeceras de cuenca son indispensables, optimizar su funcionamiento como regulador de las inundaciones, para retener y almacenar la mayor cantidad de agua y liberarla en las épocas secas. En los páramos de Piura, contamos con más de 500 lagunas, reservorios naturales para almacenar agua. Al ser alterado o dañado, pierde tales beneficios, perjudicando directamente a los pobladores.