– ¡Ya no existe cuarentena, ya se acabó!
Así gritaba una vendedora de ropa de abrigo en el puente peatonal para cruzar la Vía Panamericana en el Cono Norte de #Lima, cerca de Pro. Yo sonrío y ella me ofrece una chompa. Es la una de la tarde.
La gente en Perú empieza a celebrar el Día del Padre: compras de todo: alcohol, carnes, verduras, platos descartables, pan, chorizos, fruta… Parece un fin de semana normal, como si no existiera emergencia por COVID-19 en el Perú. Solo hay una diferencia: mascarillas de colores.
Es la una de la tarde. A pocas horas del Día del Padre, observo la situación entre el mercado Unicachi y el mall Real Plaza de Pro, dos de los puntos de comercio más importantes del norte de la capital. Música, tráfico vehicular, gritos, roces, frío de invierno limeño.
Los ambulantes que toman el puente peatonal para cruzar la Panamericana generan aglomeraciones y no reciben fiscalización municipal o policial. ¡Lleve, lleve! Frente a ellos, metidos en el mall, los puesto exclusivos pronto iniciarán su comercio.
Lo mismo sucede en otros puntos de la capital peruana. El optimismo por las ventas es patente en los rostros. Compra y venta. Riesgo y no riesgo de contagio. ¿Es comprensible la informalidad para ganarse algunos soles diarios? ¿No existe en el Perú una filosofía de ahorro?
Veo también que los ambulantes vendedores han colocado sus puestos en las calles y pampones frente a estos centros comerciales, mientas cientos de personas hacen cola para entrar a comprar. Personal de seguridad mide la temperatura a los clientes con unos aparatos como pistolas de juguete. ¿Realmente la toman? «Si pasa de 37 no entras», me dice una señorita de nombre Ana.
Al entrar al supermercado el mundo cambia. La informalidad de afuera es suplantada por una especie de pulcritud, empujones y más colas para pagar con tarjetas de crédito, cual día normal. Una señora con su hija llevan gaseosas y cervezas. Las llaman al celular y las apuran. «Hay colas, pues, esperen, que no se queme la carne», responden a lado mío.
Luego llega un señor con dos paquetes de cerveza verde. «Son solo dos cositas, ¿me puede dar pase en su cola?», súplica. No, le digo. Haga su cola, señor.
La cuarentena, que se termina el 30 de junio de 2020, se respeta y se ha respetado en la medida de nuestras posibilidades.
Por: Gerardo Cabrera