A 41 días de la segunda vuelta electoral, el candidato Pedro Castillo (Perú Libre) se ha logrado imponer en la última encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP): él obtuvo 41,5% de intención de voto, mientras que Keiko Fujimori (Fuerza Popular) alcanzó el 21,5%.
Aún hay tiempo para inclinar la balanza, aunque a la lideresa del partido naranja le tocará cambiar de estrategia. ¿Cuáles habrían sido los aciertos y desaciertos de ambos candidatos en el inicio de su campaña?
“Hay sensación de pérdida en la gente y eso hace que apuesten por el riesgo, pero también es verdad que Fujimori ha tratado de deslegitimar al oponente, apelar al miedo, y la psicología social dice que eso no tiene efecto”, consideró José Ventura, especialista en gerencia política de ESAN.
Estimó que lo que podría disminuir la brecha entre los candidatos es apelar a los indecisos, cuya agenda es la imagen de Fujimori. Así, la candidata no tendría que estar centrada en Castillo, sino en ella misma, en mostrar un equipo de ministros que den confianza de que continuaremos en una democracia.
Por otro lado, Ventura destacó la estrategia de Castillo: mientras que la lideresa naranja se enfoca más en las redes sociales, el candidato rojo lo hace en las redes humanas, es decir, se comunica directamente con el pueblo y logra que un ciudadano convenza a su vecino y este, a su familia. “Esto es la rumorología; el fenómeno Castillo está generando un contagio de humano a humano”.
Por el contrario, para el experto en comunicación política, Luis Herrera, no es que los candidatos estén haciendo bien o mal su campaña, sino que sus equipos de estrategia tienen diferentes públicos: los indecisos y los antivoto.
“Parece que el discurso de Castillo es tratar de convencer al antivoto de Fujimori; mientras que la candidata habla del comunismo para decirle a los indecisos que ya sabe que ella no es de su agrado, pero que es su mejor opción económica”, comentó.
Recordó que, desde la primera vuelta, la candidatura con más antivoto es la de Keiko Fujimori, lo cual ha puesto al país en una situación complicada para muchos electores, ya que el escenario está entre un modelo económico riesgoso y una opción política con altísimo rechazo.
“Lo más importante para la campaña de Fujimori es dar confianza; tiene que demostrar que su gobierno no será autocrático o abusivo; tiene que sumar alianzas, pero no con grupos evidentes como la Confiep, sino con otros grupos en los que normalmente el fujimorismo no llega. Es cierto que está en desventaja, pero todo puede cambiar en estas semanas”, añadió.
Contacto directo
El analista político, Gerardo Távara, señaló que el crecimiento de Castillo, iniciado tres semanas antes de la primera vuelta, no se ha detenido, y eso sería producto de que no ha variado su estrategia de manera significativa, es decir, sigue hablando con un lenguaje sencillo, sigue recorriendo el país -desafiando los riesgos de la pandemia- y va barriendo ciudad por ciudad, en un contacto directo con la gente.
“La estrategia de Fujimori demuestra ineficiencia: esta campaña del miedo, del terruqueo, no da resultados. Ella tiene serias acusaciones por organización criminal, mientras que Castillo no tiene ninguna prueba palpable de representar al terrorismo. Si quiere remontar esos 20 puntos de diferencia, tendría que cambiar de estrategia y aún está a tiempo”, expresó.
Por otro lado, aseveró que el electorado percibe a Castillo como una persona sencilla, por ser un maestro de provincia, grupo que no tiene grandes sueldos ni privilegios, que se esfuerzan, que hacen doble turno. Allí, el electorado se siente representado.
Por el contrario, Fujimori representaría a la política antigua, a lo ya conocido (es su tercera postulación a la Presidencia de la República), y los peruanos están exigiendo el cambio, como pasó en las elecciones congresales de 2020, en las que salieron electos partidos inesperados.