Si fuera cierto que los maestros se oponen a la evaluación y a la mejora de la calidad educativa, como pretenden hacer creer ciertos dirigentes del magisterio, no habrían participado 12.556 de ellos en el último examen para nombramiento el pasado domingo.
Tampoco habrían cargado en sus espaldas en estos dos últimos años el reto de seguir dando clases a pesar de las enormes dificultades impuestas no solo por la pandemia, sino también por funcionarios incapaces que en la actual administración se han incrementado.
De manera que si lo avanzado hasta ahora en la meritocracia está en suspenso y el país en la cola del retorno a clases presenciales con escolares poco o nada formados; no se debe a los maestros o por lo menos no a todos, sino a los errores de quienes gobiernan la educación en el país.
Es perverso el discurso generado, a raíz de la filtración de preguntas, según el cual muchos maestros se resisten a ser evaluados. Podrán haber excepciones, pero hay una gran mayoría a quienes el país les debe un reconocimiento por poner el hombro en la mejora de la enseñanza aprendizaje en los últimos años.
Sin embargo, con la suspensión del examen, el mensaje que está dando el Ministerio de Educación es que le interesa poco el esfuerzo de su principal elemento (los docentes) y que lo que le interesa -como señala un especialista en nuestra edición de ayer- es mantener las mejoras logradas en “stand by”; que los maestros que apuestan por la calidad queden en suspenso. ¿Por cuánto tiempo? ¿El que sea necesario para lograr los objetivos de la Fenatep y el presidente terminar de anular la prueba, desprestigiar lo más que se pueda el proceso y optar por el nombramiento automático?
Se equivocan quienes ven la suspensión como un triunfo. Manchar e interrumpir un concurso público que nos cuesta mucho dinero a todos los peruanos, lo único que demuestra es una actitud indiferente y mezquina desde el Estado, el cual sigue actuando de espaldas a una población que clama a gritos reabrir las escuelas, con seguridad, pero cuanto antes para recuperar el tiempo perdido.
Es preocupante que nuestras autoridades regionales aplaudan una medida gravísima que lo que hace es burlarse del sacrificio de más de 12 mil docentes piuranos que sí creen que se puede cambiar el futuro educando mejor.