La suerte del ahora ex ministro Geiner Alvarado, el protegido de Pedro Castillo, estaba echada desde hace mucho.
Los congresistas (hasta de la oposición) lo tenían marcado porque sobre él había serios cuestionamientos de incompetencia e inmoralidad, tanto así que está investigado como presunto integrante de una organización criminal enquistada en el más alto nivel en su ministerio y cuyo cabecilla sería el propio mandatario.
Alvarado tiene hoy cuatro expedientes abiertos en el Ministerio Público por una serie de delitos de avalar sospechosos procesos de licitación, desviación de recursos, favorecimiento, tráfico de influencia, etc. Lo extraño es que Castillo lo protegió y mantuvo cerca, contra viento y marea, durante toda su gestión. ¿Por qué? Las investigaciones luego nos lo harán saber.
El Congreso, por su parte y pese a todo su desprestigio, ha hecho esta vez un buen trabajo al expulsarlo del gobierno, pero el problema no acaba aquí. Alvarado tendrá que seguir siendo procesado y es allí donde existe el riesgo que este siga los pasos del prófugo Juan Silva (que hasta ahora no lo ubican). La Fiscalía ya debería estar atenta para que no se le escapen más tortugas.