Desborde del río Piura en 2017: las vidas que se salvaron por una casona y el techo de una casa deshabitada
marzo 27, 2025
Autor: Liang Ramos

Compartir:

[social-share]

El desborde del río Piura en el 2017 es contado mediante el testimonio del periodista Liang Ramos, quien se salvó de ser arrastrado por la corriente. Ramos narra que, junto a otras personas, se refugió en un techo de un lote deshabitado y vio que otros hicieron lo mismo en una casona, ambos ubicados en el asentamiento Nuevo Catacaos (Catacaos).


Tras casi un mes después del desborde del río Piura en 2017, en algunas calles del distrito de Catacaos, la basura estaba estancada y el agua había dejado una marca casi imborrable en las casas; pero más en la memoria de los vecinos del Bajo Piura.

desborde río piura

Las personas que querían viajar de la Heroica Villa hacia otro distrito, como Piura o Castilla, eran muy valientes porque gran parte de la carretera estaba llena de polvo y una insoportable pestilencia de alimentos podridos cerca de la pista.

En ese trayecto, las personas como yo, aguantábamos la respiración y otros utilizaban mascarillas —medida preventiva que se volvió vital por la pandemia de La COVID-19— para evitar sufrir alguna complicación, debido a que en la ciudad seguía con tierra y polvo.


Desborde del río Piura 2027: nunca estamos a salvo

Días previos al desastre, los noticieros de alcance nacional reportaban desbordes en otras partes del Perú. Sin embargo, algunos piuranos no creían en una eventual salida del río, aunque las lluvias torrenciales y una fuerte alerta de El Niño Costero generó mucha preocupación, mucho antes del 27 de marzo de 2017.

Precisamente en la madrugada de aquel lunes, la información que se escuchaba de las emisoras y altoparlantes, que hay en los barrios jóvenes de Catacaos —y el Bajo Piura—, hizo que decenas de familias de Nuevo Catacaos y otros sectores sacaran sus pertenencias, animales y demás.

No obstante, otros vecinos ignoraron estas decisiones. “¡Qué se va a salir el río si aquí nos reubicaron en 1972, no hagan caso; gente alarmista!”, se escuchaba decir a algunas personas mientras observaban a otras que abandonaban sus hogares.

desborde del río piura 2017

«El río Piura ya se salió»

Pasadas las 10:00 a. m. del lunes 27 de marzo de 2017, en la avenida principal José Cayetano Heredia y en el mercado de Catacaos había desesperación, gritos y llantos. “El río ya se salió”, eran las palabras de algunos cataquenses en las calles que venían acompañadas con el sonido de las sirenas de ambulancias, de los bomberos y de la Policía. Todo era desesperación. Yo no entendía nada o simplemente no quería comprender.

Los cataquenses gritaban y lloraban ante el caos: el río Piura ya se había desbordado. Según lo que se conoció, la furia primero arrasó con el caserío Viduque, siguiendo con el asentamiento Carlos Mariátegui, Nuevo Catacaos; para luego avanzar con decenas de calles de la Heroica Villa y otros caseríos del Bajo Piura.

Siendo más de las 11:00 a. m., varias personas —como yo— no logramos regresar a nuestras en Catacaos, Nuevo Catacaos y otros sectores; algunas llamadas telefónicas nos confirmaban que las viviendas estaban inundadas.

Arriesgándome a perder la vida —con tal de rescatar a mi perrito—, algunos intentamos cruzar las avenidas; pero fue imposible. La corriente —que me llegaba hasta el pecho— me tumbó hasta en tres oportunidades y sin nadie a mi alrededor para que me ayude. La situación se repetía en varios puntos de la ciudad. Unos retuvimos el llanto y otros estallaban en gritos.

Pasaba la tarde de ese lunes, algunos no podíamos botar una lágrima al ver tanta impotencia. Seguíamos viendo cómo la furia del agua se llevaba paredes, electrodomésticos, televisores, camas y también a animales indefensos.

desborde del río piura 2017

Las vidas salvadas

Atrapados —entre ellos mi padre y yo—, sin salida, sin alimentos y sin agua; solo quedó subirnos a un techo de una casa deshabitada en la manzana A, del asentamiento Nuevo Catacaos. Aunque el sol quemaba y sofocaba y cada minuto subía el caudal del río, había una esperanza: la unidad y apoyo de los vecinos. En la noche, felizmente un grupo de personas nos ayudó y nos dio refugio debajo de un pequeño techo de calamina. Al escuchar la lluvia, solo quería llenar una botella con agua.

Esta es la casa donde nos refugiamos esa tarde. Foto: Liang Ramos/El Tiempo.

Metros más adelante una casona, ubicada atrás del Módulo de Justicia de Catacaos, se había salvado de inundarse. En el desborde del río en 1972, sus propietarios acobijaron a los damnificados y ese 27 de marzo de 2017 sus descendientes volvieron a repetir las buenas acciones.

Casona donde se salvaron algunos vecinos. Foto: Liang Ramos / El Tiempo.

Mi sobrina recién nacida, junto con su mamá y su papá, lograron ver esta casona mientras el agua carcomía las otras casas. Debido a su altura con las otras viviendas, el agua nunca llegó. Mis familiares y varios vecinos se salvaron de morir aquel día.

Sin embargo, a esta misma casona, los rescatistas llegaron en helicóptero e intentaron salvar a los afectados —entre ellos mi hermano con su familia—, pero era casi imposible. Las hélices chocaban con los cables y levantaban las calaminas.

Román Pintado, uno de los dueños, en una oportunidad —me comentó— la felicidad que sintió tras ayudar a sus vecinos. Hace ocho años, ese lugar conocido por los lugareños como “Casa Blanca”, volvió a ser escenario de refugio de casi una docena de personas, entre madres, niños y adultos. Esa casona sigue firme porque ha soportado diversos fenómenos de El Niño.

La noche, el zancudo, las culebras y las consecuencias

Siendo más de las 11:00 p. m., en esa zona de Catacaos, el caudal del río comenzó a disminuir. Aunque el agua trajo culebras, ramas y otras cosas, algunos llamamos a nuestras madres por teléfono y otros corrimos a encontrarnos con nuestros seres queridos, a quienes no habíamos visto durante casi todo el día: lágrimas de felicidad porque seguíamos vivos.

Los piuranos, como yo, nunca olvidaremos aquel 27 de marzo de 2017. Aunque pasaron ocho años, lo recordamos como si recién estuviera pasando en este momento. Nos miramos las manos y presentimos —días después de lo ocurrido— que nuestras vidas fueron un letargo; deprimidos en los parques y en las universidades.

«(…) Al fin y al cabo somos ovejas del rebaño, un dibujo sin aplomo, un continente cansado. Al fin y al cabo somos un país en manos sucias, con calles apretadas de cemento y de garúa (…)», dice la canción Pequeños y burgueses, del literato y cantautor peruano Javier López Torres. Frases y situaciones que se viven actualmente en nuestras calles llenas de agua y barro.

Daños tras desborde del río Piura

De acuerdo con el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), las lluvias de El Niño Costero con su desborde del río Piura en el 2017 dejaron en Piura 91.835 damnificados, 310.570 afectados, 17 fallecidos, 39 heridos y 4 desaparecidos. Además, 5.724 viviendas colapsaron y 8.469 quedaron inhabitables; también fueron afectados 711 colegios y 195 centros de salud.

PUEDES VER: Piura sigue en riesgo cuatro años después

Otros cataquenses, piuranos, curamorinos, castellanos también sufrieron porque perdieron alimentos por falta de refrigeración; los zancudos no daban tregua: temían las enfermedades; y vivían una insoportable incertidumbre ante posibles crecidas del río Piura.


Por Liang Ramos López, periodista, jefe de Contenidos SEO en eltiempo.pe y lahora.pe y coordinador general en goldiario.pe

Más populares
[imagen_perfil_autor]
Liang Ramos
Periodista piurano con experiencia en medios del norte del Perú. Coordinador SEO en Diario El Tiempo. Egresado de la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO). Interesado en temas de coyuntura, tendencias, economía y negocios.
[linkedin_autor]
RSS Suscríbete a nuestro RSS
Publicidad