La Oficina de Derechos Humanos de la ONU confirmó este martes que al menos 875 palestinos en Gaza han muerto mientras intentaban acceder a alimentos, en su mayoría cerca de los centros de distribución controlados por la Fundación Humanitaria de Gaza, una entidad creada conjuntamente por Israel y Estados Unidos hace un mes y medio.
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Según el portavoz del organismo, Thameen Al-Kheetan, 674 de las víctimas murieron en las inmediaciones de estos puntos de entrega, mientras que el resto falleció durante los traslados de convoyes humanitarios de la ONU y otras organizaciones de ayuda.
Ante la gravedad de los hechos, la ONU ha solicitado a Israel que se realice una investigación independiente e imparcial sobre estas muertes. Además, expresó su preocupación por el plan israelí de construir un enorme campamento en Rafah para reubicar a 600,000 palestinos desplazados, una iniciativa denominada por las autoridades israelíes como una «ciudad humanitaria», pero que, según la ONU, podría propiciar nuevos desplazamientos forzosos y graves violaciones de derechos humanos.
El organismo también rechazó tajantemente la idea de promover el exilio voluntario de palestinos a terceros países, señalando que no se puede hablar de una decisión voluntaria cuando no existen condiciones de vida dignas en Gaza. La ONU advierte del riesgo de detenciones arbitrarias, separación de familias, desapariciones y hacinamiento extremo, lo que dificultaría aún más la entrega independiente de ayuda humanitaria. En esa línea, el jefe de la UNRWA, Philippe Lazzarini, calificó el plan como un intento de crear un “campo de concentración” en la frontera con Egipto, advirtiendo que eliminaría cualquier posibilidad de que el pueblo palestino tenga un futuro en su propia tierra.











