El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumple seis meses desde su regreso a la Casa Blanca para un segundo mandato, una gestión que ya está marcada por un enfoque radicalmente proteccionista, decisiones controvertidas en inmigración y un giro hacia el aislacionismo en política exterior. A pesar del descontento creciente incluso dentro de su base más leal, el mandatario sostiene que el país ha recuperado su dinamismo: “Hace un año éramos un país muerto y ahora somos la nación más pujante del mundo”, declaró recientemente.
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Una base descontenta por el caso Epstein
Aunque Trump mantiene firme a buena parte de sus seguidores, el manejo del caso Epstein, una investigación judicial que ha salpicado a figuras cercanas al expresidente, ha generado fisuras en su apoyo tradicional. Grupos que antes le mostraban respaldo incondicional han comenzado a expresar dudas y reclamos por lo que consideran una falta de transparencia y protección a aliados comprometidos con el escándalo.
Política exterior: repliegue y tensiones crecientes
Durante estos primeros seis meses de mandato, la política exterior de Trump ha dado un giro significativo. Su administración ha ordenado recortes millonarios en la ayuda internacional, reduciendo la presencia diplomática y operativa de Estados Unidos en diversas regiones del mundo.
En el marco de la OTAN, Trump ha exigido a los países aliados aumentar del 2 % al 5 % su gasto en defensa, lo que ha generado roces con gobiernos europeos. Al mismo tiempo, ha intensificado su presión para alcanzar acuerdos de paz en Ucrania y una salida definitiva al conflicto en Gaza, respaldando sin reservas al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y participando en ataques conjuntos contra instalaciones nucleares en Irán.
En América Latina, el presidente republicano ha colocado la migración en el centro de su agenda. Ha solicitado mayor cooperación en seguridad fronteriza a México, Canadá y países de Centroamérica, y ha lanzado una ofensiva diplomática para reducir la influencia china en áreas estratégicas como el Canal de Panamá, según explicó a la agencia EFE el analista Jason Marczak, del Atlantic Council.
Además, ha provocado controversias por su deseo de recuperar el control del Canal de Panamá y su propuesta de renombrar el Golfo de México como “Golfo de América”, además de mantener tensas relaciones con gobiernos como Brasil y Colombia.
Mano dura en migración: redadas, deportaciones y protestas
En el frente migratorio, Trump ha profundizado una estrategia de mano dura que ha generado un amplio rechazo de defensores de derechos humanos y organismos internacionales. Su administración ha aumentado las detenciones diarias y las deportaciones rápidas, respaldadas por una expansión de fondos asignados al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Uno de los episodios más tensos ocurrió en Los Ángeles, donde operativos masivos provocaron protestas multitudinarias. Ante la situación, Trump ordenó el despliegue de la Guardia Nacional y miles de marines, desafiando a las autoridades locales que se oponían al uso de fuerza militar.
Además, el mandatario eliminó el Estatus de Protección Temporal (TPS) para ciudadanos de Venezuela, Haití, Honduras, Nicaragua y Afganistán, dejando en riesgo de deportación a cientos de miles de personas.
En una medida sin precedentes, su gobierno también autorizó deportaciones hacia terceros países y el traslado de migrantes a centros de detención en la base naval de Guantánamo (Cuba), una cárcel de máxima seguridad en El Salvador y al llamado “Alcatraz Caimán” en Florida, un centro de confinamiento de alta vigilancia.
Retos y perspectivas del segundo mandato
Aunque Trump ha asegurado que “Estados Unidos ha recuperado su fuerza”, su segundo mandato arrastra divisiones internas, presión internacional y un creciente número de desafíos legales y políticos. El uso de medidas extremas y discursos polarizantes ha consolidado su figura entre sectores conservadores, pero ha alimentado el rechazo de amplios sectores sociales, políticos y empresariales.
El rumbo del país bajo esta nueva gestión se mantiene incierto, con una agenda marcada por la seguridad nacional, la identidad nacionalista y el aislacionismo estratégico, mientras aumentan las críticas sobre la erosión de derechos civiles, el debilitamiento de las instituciones y el aumento de la conflictividad diplomática global.
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Con la mirada puesta en los próximos meses, tanto la comunidad internacional como la opinión pública estadounidense siguen atentas al impacto que tendrá esta nueva etapa de gobierno sobre el equilibrio global y la estabilidad interna del país.
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