Un nuevo estudio desmonta la estrategia de emitir certificados de inmunidad para los recuperados de COVID-19. El mismo, publicado en medRxiv, concluye que es poco probable que se desarrolle inmunidad al coronavirus tras superar la enfermedad que provoca.
«Después de la infección por SARS-CoV-2, es poco probable que las personas produzcan anticuerpos protectores duraderos contra este virus», concluyen los autores tras evidenciar que sólo un 4% del 25% de más de 23.000 sanitarios que se infectaron en Wuhan, tenían anticuerpos IgG contra el virus.
Este anticuerpo, IgG, busca la inmunoglobulina G y es el más común en sangre y otros fluidos corporales. Y, algunas investigaciones previas como la realizada por el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, EEUU, sobre las pruebas de detección de anticuerpos, detallan que se desarrolla durante un período de tiempo más largo y suele ser un mejor indicador de la inmunidad a largo plazo.
Investigación
En el estudio, los investigadores analizan la prevalencia de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 en 4 grupos de afectados: pacientes COVID-19 hospitalizados (1.470 personas) en el Hospital de Leishenshan, el Hospital Zhongnan de la Universidad de Wuhan y el Hospital No. 7 de Wuhan; sanitarios sin un diagnóstico confirmado (3.832; trabajadores «generales» de todas las instalaciones (19.555; y otros pacientes que serían admitidos en el hospital (1.616). Es decir, un total de 26.473 personas en la muestra, de las que 23.387 son personal del hospital en el que se centran sus principales conclusiones.
La investigación, llevada a cabo con el objetivo de determinar si las personas infectadas con el nuevo coronavirus desarrollarán a largo plazo inmunidad encontró que de los anticuerpos IgM —centrado en la inmunoglobulina M en sangre, asociado a las primeras reacciones del organismo infecciones virales agudas— sí que aparecía en el 31,4% en pacientes con COVID-19, 1,5% en profesionales de atención médica, 1,3% en trabajadores generales y 0,2% en otros pacientes.
Sin embargo, frente a este anticuerpo, el IgG, que también tarda más en desarrollarse por el organismo, sólo estaba presente en el 4% del 25% de los sanitarios que se estimaban infectados.
«El hallazgo más intrigante de este estudio es que sólo el 4% de los profesionales de atención médica, sin diagnóstico confirmado de COVID-19, tenían anticuerpos IgG contra el SARS-CoV-2 en sangre. La mayoría de los sanitarios estuvieron expuestos al SRAS-CoV-2 durante los primeros meses del brote, cuando el uso de equipo de protección personal [EPI] era escaso, ya que no se sospechaba de una transmisión de persona a persona», señalan los investigadores.
Mientras, los pacientes hospitalizados presentaban el 89,9%, los trabajadores generales presentaban el 4,6% y el resto de afectados el 1%. «Se infectaron con el SARS-CoV-2 y eliminaron el virus por su propio sistema inmunológico. No se produjeron anticuerpos protectores de larga duración contra el SARS-CoV-2 en estos profesionales de atención médica».
La estrategia de certificados podría desatar un rebrote
«La estrategia de certificados de inmunidad para pacientes recuperados de COVID-19 no es válida», concluyen.
El estudio de Wuhan evidencia que, al menos a largo plazo, los anticuerpos no garantizan la inmunidad al coronavirus y vuelve incluso a abrir el debate de la reinfección.
«Nuestros hallazgos tienen importantes implicaciones para la inmunidad del rebaño, la terapia basada en anticuerpos, las estrategias de salud pública y el desarrollo de vacunas. En primer lugar, como las personas infectadas no desarrollan anticuerpos protectores duraderos contra el SARS-CoV-2, la idea de un certificado de inmunidad para los pacientes COVID-19 recuperados no es válida. Y suscita preocupación por la reinfección, la infección crónica y la validez de la teoría de la inmunidad del rebaño para el SARS-CoV-2″, sostienen en su discusión.
Con anterioridad, otras investigaciones habían apuntado a que ni para emitir pasaportes de inmunidad ni para confirmar infecciones, los test de anticuerpos serían una buena opción. No obstante, ayudaría a la detección en personas sintomáticas, asintomáticas si están en contacto con casos reportados, y para donantes de plasma.
Pero, al contrario de lo que se ha estado investigando respecto a un posible tratamiento con el plasma convaleciente de los recuperados, la actual investigación, que todavía no ha sido revisada por pares, cree que no es una opción a largo plazo.
«Es cuestionable el tratamiento con anticuerpos», insisten, «los anticuerpos COVID-19 IgG probados por los kits pueden servir simplemente como una señal del estado de la infección y podrían no ser anticuerpos neutralizantes protectores».