El papa Francisco honró hoy a los «santos» que combaten el coronavirus, sacerdotes servidores o médicos y enfermeros, en una inusual misa de Jueves Santo en la basílica de San Pedro, prácticamente vacía para evitar contagios.
«Hoy querría expresar cercanía a todos los sacerdotes, desde el más reciente ordenado hasta el papa, porque todos somos sacerdotes», empezó el pontífice, en un templo se diría que espectral.
Francisco basó su homilía improvisada en el concepto del servicio y, por ello, empezó recordado a los sacerdotes muertos por asistir a los enfermos con el virus, que cifró en más de sesenta en Italia, pero también a los médicos y enfermeros que han perdido la vida.
Son, como ha repetido en otras ocasiones, «los santos de la puerta de al lado», apegados a la sociedad a la que sirven.
Francisco además habló de los sacerdotes que son «calumniados» y que muchas veces «ni siquiera pueden ir por la calle» porque les insultan por los escándalos que han salpicado a la Iglesia, en alusión a los casos de pederastia, aunque no lo citó expresamente.
Y tuvo palabras para los misioneros en tierras lejanas, caídos en las pestes, o los curas que asisten en las cárceles o en el entorno rural y conocen los nombres de todos los feligreses y vecinos, e incluso hasta de sus perros, dijo a modo de anécdota.
Una pandemia que ha afectado especialmente a Italia, con 18,279 fallecidos y 143,626 casos de contagios, pero también al Vaticano, donde se han registrado ocho enfermos. El papa se ha sometido a las pruebas pero ha resultado negativo.