Los devastadores incendios forestales que azotan el sureste de Corea del Sur han cobrado la vida de al menos 24 personas, entre ellas un bombero cuyo helicóptero se estrelló en plena operación de rescate. Estos siniestros, descritos por el presidente interino Han Duck-soo como un desastre de «magnitud sin precedentes», han obligado a evacuar a más de 27.000 residentes y han provocado el colapso de infraestructuras clave, como carreteras, redes eléctricas y telecomunicaciones.
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Las condiciones extremas, con fuertes vientos y un clima seco, han favorecido la propagación de más de una docena de focos de incendio desde el pasado fin de semana. Según el Ministerio del Interior, el fuego ha arrasado ya 17.398 hectáreas de terreno, convirtiéndose en uno de los peores incendios en la historia del país. El condado de Uiseong es el más afectado, representando el 87% del área calcinada.
El número de víctimas ha aumentado rápidamente a medida que las llamas alcanzan áreas residenciales y destruyen estructuras históricas, como un templo con siglos de antigüedad. La mayoría de los fallecidos eran habitantes locales, aunque también se reportó la muerte de tres bomberos y un piloto en un accidente aéreo mientras combatían el fuego en una zona montañosa.
En Andong, una de las ciudades afectadas, cientos de evacuados buscan refugio en albergues temporales. Testimonios de los sobrevivientes reflejan la rapidez con la que el fuego se propagó.
«Las llamas descendieron desde la montaña y envolvieron mi casa en cuestión de minutos», relató Kwon So-han, un hombre de 79 años que solo pudo escapar con lo puesto.
Las autoridades surcoreanas han movilizado miles de bomberos y equipos de emergencia para contener la catástrofe, pero la situación sigue siendo crítica. Se espera que el número de víctimas y daños materiales continúe aumentando en las próximas horas.
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