Parece que la torpeza del presidente Pedro Castillo (qué sigue aprendiendo a ser presidente) seguirá metiéndolo en problemas por el resto de su gestión. El exabrupto de que el “pueblo”, vía referéndum, aprobará la salida al mar a Bolivia generó desconcierto en los peruanos, pero más preocupación de que su incompetencia pueda enfrentarlos o arrastrarlos a una crisis económica y de consecuencias imprevisibles.
Lo irónico de esta historia es que el profesor, amparado en esa ‘ignorancia’ y porque “no estudió para ser presidente”, justifica deliberadamente cualquier disparate político en su gestión. Ya lo ha ensayado al decir que para él no es delito tener un bunker secreto o reunirse con empresarios y lobistas. También lo practicó al meter mano en los ascensos de las FF.AA. y policiales, y hasta en permitir a una lobista entrar y salir de Palacio celebrando fiestas infantiles.
Expertos en sicología han detectado que Castillo miente con descaro y no tiene remordimiento de ello al dar hasta tres versiones de un mismo hecho; su estrategia luego es victimizarse, decir que lo discriminan y que no lo quieren porque es un humilde profesor. Esta es la mejor descripción de quien hoy gobierna todo un país.