Más de mil familias, solo en la ciudad de Piura, viven hoy sobre un polvorín a punto de estallar tras el anuncio de próximas lluvias “extremas” que pronostican los meteorólogos. Muchas de estas familias ya fueron identificadas, notificadas y advertidas del riesgo, pero aún así se resisten en dejar sus viviendas y acogerse al plan de reubicación liderado por el Ministerio de Vivienda, con bonos de hasta 90 mil soles para una nueva casa.
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La justificación es que los reubicarán en zonas alejadas, lo cual complicará su movilidad hacia el trabajo, colegios y familiares. Ellos prefieren estar cerca a sus actividades diarias que su propia seguridad. Algunas familias están asentadas sobre humedales que irremediablemente se volverán pantanos e inundarán sus viviendas; otras al filo de drenes pluviales naturales y otras tanto en cuencas ciegas.
El problema de hoy con estos cientos de familias es consecuencia de la permisibilidad de las autoridades edilicias que se hicieron las desentendidas a la hora que invadieron estas zonas vulnerables. La desidia es tal que hasta los terrenos municipales son invadidos hoy por los traficantes de tierra.