Es norma que las autoridades que juran ante la biblia se despachen ahora con risibles, cursis o irreverentes frases que, más que gracia, causan preocupación.
Unos juran por Dios y por la Plata, como la alcaldesa de Las Lomas, de Cusco o Comas; otros hacen promesas descabelladas como el de Trujillo que pide “lo maten si no cumple” y otros más irreverentes aprovechan cámaras para pedir matrimonio y hacer confesiones conyugales.
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¿Realmente son conscientes de lo que dicen, hacen y juran o son lapsus del lenguaje y de su subconsciente que los traiciona? Según el sicoanalista Sigmund Freud, esos lapsus (por Dios y por la Plata) son una forma en que los deseos contenidos inconscientemente se manifiestan… Es decir, en el fondo de su subconsciente, efectivamente, ¡quieren plata!
Y preocupa que ceremonias de este tipo se revistan de informalidad; carencia de normas y valores. Lo ordinario y la irreverencia se impone y cada quien viste, habla y adopta actitudes que algunos celebran, pero que a otros les produce rechazo y preocupación, signo de una sociedad que va mudando hacia la informalidad como norma y la huachafería como retórica.
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