Los pensadores profetizaban que después de la pandemia, la humanidad no volvería a ser la misma. Que esto nos ayudaría a ser humildes, considerados, solidarios, en fin… a ser mejores personas y hasta cuidar del planeta. Aquí en Piura con eso de la nueva “normalidad”, nada de eso se cumple.
Basta caminar por las calles para ver a muchos llevar la mascarilla debajo de la nariz; los desechos como guantes y botellas tiradas en la vía pública; algunos sin respetar la distancia social y si se les corrige, responden con insultos y agresiones. En el transporte público pocos conservan el protocolo de seguridad. En los mercados, hacen un ‘simulacro’ de seguridad, pues hasta el alcohol que dan en la puerta es solo agua.
En las pistas parece que los conductores, luego de la cuarentena, olvidaron las reglas de tránsito. Se pasan la luz roja; invaden veredas, estacionan donde quieren… es como si cada quien viviera para sí mismo sin importarles el resto de ciudadanos y mucho menos las normas de convivencia urbana. Esto de la pandemia, estamos por creer, ha afectado a muchos el sentido común, pero sobre todo ha hecho perder respeto a la ley y el derecho de los demás.