De nada sirve el jalón de orejas que a cada rato nos da a los piuranos el presidente Martín Vizcarra. Tampoco la cifra espeluznante de más de 92 fallecidos oficiales (aunque se presume más; mucho menos las amenazas de multas, pues los piuranos igual siguen en las calles y ayer lunes ya parecía que se había levantado la cuarentena por la cantidad de personas y vehículos.
Y es que mantener a los piuranos en sus casas se ha vuelto una tarea imposible de cumplir; primero, por las condiciones socio económica de un gran sector que vive hacinada en pequeñas casas y porque subsisten del trabajo informa.
Segundo, porque el propio Estado ha promovido que salgan a las calles generando focos de contagio alrededor de las entidades financieras y mercados. Lo perturbador es que quienes se aglomeran alrededor de un banco, no guardan la distancia social ni tampoco hay efectivos policiales y militares para hacerlos reaccionar con multas.
En Piura, las FF.AA. y Policía parece que cedieron por cansancio y temor, pues solo se limitan a cerrar calles y que cada quien se las arregle y cuide como pueda. El resultado de este caos podría inflar la estadística en 15 días. Dios nos ayude.