El premier Vicente Zeballos, en su visita a Piura, solo confirmó lo que los piuranos ya sabían hace mucho: la divergencia siempre punzante entre autoridades municipales y el gobierno regional.
El asunto tiene base en la discusión técnica o de gestión, pero más en la politiquería; pues desde el Gore hoy se intenta abarcar todo, aunque en la práctica la eficiencia y la eficacia siempre les sea adversas.
Una de las quejas es el centralismo de los funcionarios regionales. Todo lo quieren dirigir desde el GORE, sin participar ni escuchar a los alcaldes. El rechazar la ayuda el Ejecutivo con el Comando COVID bajo el argumento de la “descentralización”, es un ejemplo de ello. Esto originó que el Estado nos dejará por nuestra cuenta. Hoy los resultados del ineficiente comando COVID regional nos está pasando factura.
El gobernador tiene fama de soberbio y rencoroso con el agravante de que todo lo calcula en función de su propio proyecto político. Lo cierto es que en momentos como estos, los sueños de fama deberían ser relegados, después de todo, un buen líder se deja ayudar y une, no se obnubila con el poder que, por cierto, es efímero y a veces traicionero.