Las crisis económica y sanitaria que se vive en el país; aderezada con una dosis de corrupción en el sector público se convierten en terreno fértil para el populismo político. A pocos meses de las elecciones del 2021, no es extraño que empiecen a aparecer los “iluminados”, “magos” o los demagogos con recetas mágicas para acabar con las penurias de los excluidos.
Es inevitable que muchos quieran ser congresistas y que algunos hasta se sientan “genuinos representantes del pueblo”; sin embargo, no está demás que esta vez, los electores, aquellos que tienen el derecho y también el deber de elegir, no se equivoquen; pues no todos los que se presenten serán lo óptimo, pero vale la pena hacer el esfuerzo para elegir a los más idóneos. Esa es la responsabilidad ciudadana.
No olvidar que los candidatos buscan votos y que en aras de conseguirlos prometerán una y mil reformas; culparán al gobierno de turno de los fracasos y se venderán como luchadores sociales con varita mágica capaces de hacer dinero; aprobar proyectos olvidados y con capacidad para generar empleos, acciones totalmente ajenas a sus funciones. Estamos advertidos.