El término pueblo por estos días es el más usado por los políticos de la izquierda y la palabra más usada por el presidente Pedro Castillo que parece seguir en campaña.
“El pueblo” será el responsable de la política social y económica que se aplique en los próximos cinco años. “El pueblo” es el que “exige cambios” y el que aprobará la asamblea constituyente y el cambio de Constitución. “El pueblo” pide líderes humildes y si son “del pueblo”, mejor.
En nombre del pueblo se construye el andamiaje de una ideología y un plan de gobierno a su medida y necesidades… pero ¿Quién es el pueblo? ¿Qué cualidades deben tener los ciudadanos para ser parte de ese “pueblo”? A nuestros folclóricos políticos les encanta el término porque en nombre del “pueblo” se justifican los cambios y las revoluciones, incluidas sus propias ambiciones y sueños.
¿Y si eres “clasemediero”, emprendedor, “pituco” empresario o tienes plata… no eres del pueblo? Lo cierto es que nuestros políticos casquivanos en aras de su populismo desbocado se olvidan que este discurso polariza y discrimina al resto de la población y que cuando se gobierna, se hace para el pueblo y toda la nación.