Mientras la izquierda respira aires de triunfo e intenta un remedo de gobierno, con todos sus errores, remiendos y limitaciones, la derecha política en el Perú languidece.
Pareciera que se retiró a sus cuarteles de invierno o están más preocupados en poner a buen recaudo sus bienes e intereses judiciales tras las amenazas y temores que despierta un plan de gobierno extremista.
Keiko Fujimori salvo alguna participación en defensa de su padre a quien quiere llevar a un penal común, no ha vuelto a enfrentar al gobierno de Castillo ni cuestionado al beligerante Guido Bellido, ni siquiera cuando amenazó al legislativo con la cuestión de confianza. Rafael López Aliaga se olvidó de ser oposición tras anunciar su incursión como candidato de la municipalidad de Lima.
Los demás líderes políticos enmudecieron, salvo dos congresistas que hasta ahora han sido los más duros críticos a la agenda de Pedro Castillo: El almirante Jorge Montoya de RP y Roberto Chiabra de APP; pero ambos disparan por su lado, porque hasta ahora no se consolida algo cercano a un frente articulado de oposición con fuerza para cuestionar las propuestas extremistas de la izquierda.