Muchos peruanos se habrán conmovido y sentido complacidos al ver que el presidente Pedro Castillo entregaba un cheque de S/ 100 mil a la atleta paralímpica, Angélica Espinoza; S/ 30 mil más para su entrenador por haber ganado la medalla de oro para Perú, después de 21 años que no obteníamos un triunfo en taekwondo.
Destacable esfuerzo y merecido premio y homenajes para Angélica, sin embargo, solo regalando dinero –que bien le cae a cualquiera-, no se promueve el deporte. Un atleta no entrena con perseverancia y entrega para recibir dinero, lo hace por convicción y por perfeccionar sus habilidades, por disciplina, por salud; por competitividad, gloria y pundonor cuando representa al país.
Sí algo requiere el deporte es atención integral del Estado. Que los atletas no hagan polladas para viajar a representar al país. Ellos piden estadios, centros de alto rendimiento deportivo, alimentación especializada permanente, asistencia y facilidades académicas y, en especial, sentir que su país apuesta con firmeza por ellos. Cae bien el dinero, pero cuidado con que esto también se convierta en una forma de discriminación con los demás atletas.