Parece que Pedro Castillo sigue extraviado como estratega político y mandatario, al igual que sus asesores. Anunciar como algo revolucionario que funcionarios públicos viajarán en clase económica no es nuevo. Ignora que esto ya se hace desde hace mucho tiempo atrás; y el vender el avión presidencial no es otra cosa que seguir vendiendo humo porque lo que se obtenga de su venta no soluciona en nada los problemas del país.
La suerte de “balance” que hizo ayer en el sur no pasa de ser otro discurso populista, pues las promesas anunciadas son todas a futuro como el incremento del sueldo básico, el regreso a clases el 2022 o insistir con la asamblea constituyente afirmando que el pueblo “organizado” asumirá su propio camino.
Otros anuncios como la vacunación que se adjudica el mandatario tiene solo el mérito de seguir el plan encaminado por Francisco Sagasti con la compra de dosis, protocolos y contratos hechos. No hay autocrítica a las constantes metidas de pata que lo ha llevado a exponerse a una vacancia por incapacidad tan solo el consabido lamento de culpar a los muertos que en “200 años no han hecho nada”.